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fuesse con Martín de Robles y con los soldado's y
dbdadanos que le auian venido a llamar, antes que
suscedíesse algun daño y mal, porque los soldados
que auian quedado a bajo estauan muy furiosos
para subir; y él, como victo que todos le ,ymportu–
nauan tanto y ·se lo dezia n con tan gran ahinco
y
·que no podía hazer otra cosa, determino de darsse.
Y para esto se entrego a Nicolas dé Ribera. com_o
.alcalde hordinario,
)
a Pedro de Vergara y a Ge–
ronimo de Aliaga, a los quales dixo que pues ellos
1e acornpañauan que mirassen por su persona
j
vida porque no le matass en, y que lo lleuassen a
-casa de Cepeda, que le queria habl a r. Dicho esto y
itemplando vn poco el enojo y furia que tenia, salio
<le la c amara muy cercado de los prendedores
hasta llegar.... abaxo a donde e l esquadron es taua,
y
assi como le vieron todos los ynteresados fue
muy grande el plazer que rescibieron, por lo qual
muchos dellos comenc;aron a dar vozes y nuocando
el nombre d el Príncipe
y
pidiendo libertad. Assi
.como salio e l Visorrey prendieron lueg o a su her–
mano Juan Velasquez Vela Nuñez, Diego de ;vr-
bina, Geronimo de la Serna y a Francisco Martín
?
-de Alcantara, con otros hombres de quien se te-
nia sospecha que eran grandes amigos del Viso–
rrey, a los qnales lleuaron presos a diuersas casas
por mandado de
lo~dores ~
aunque no tuuieron
prisiones ningunas si no sobre buenas fian<;as que
dieron. Lleuando al Visorrey por la plac;a se mos–
traron contra el algunos de la liga muy descome–
didos, que sin ninguna verguenc;a le dixeron que
era vn otro Neron o 9 1ig ula, que era lobo cruel
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