Santa Clara los yndios ' naborias que os pareciere
que podran estar so su admynistracion y encomien–
da ...
é
en todo lo <lemas que al dicho Bernaldino de
Santa Clara tocare, le aved por muy recomendad ,
com á my criado y servidor nuestro, que en ello
serc servido>.
Por una tercera Cédula, suscrita en Mojados, y
tambié n á
22
de Abril de
IS
I
3, el rey le permití ·
que pudiese «sacar e llevar para la ysla Española, o
de Cuba, o a entrambas, doce marcos de plata, la–
brados, para servicio de su casa •
(1).
No permaneció largos años Bernardino en su
tranquilo oficio
d~
la fe pública. El espíritu inquieto
y aventurero de nuestra raza, que hoy parece ad r–
mido, se hallaba entdnces en su may r grad de ex-
itación, á lo que ayu_daba n Indias el espectáculo
de un mundo nuevo leno de ' tesoros reales
fan-
tásticos, y de espléndidas regiones por descubrir.
Dentro de cada español había un Quijote, que,
las más veces, lejos de dar con ricas minas, con
pesquerías de pe rlas ó con sepulturas llenas d
oro, como las d e Cenú, sólo ene ntraba desalma–
dos yangüeses n los indios caníbales; hambre y sed
en los caminos; trabajos y peligros si n cuento por
doquiera. El escri bano de la Asunci n no se libró de
1
I)
P ublicamo e
ta
y
las anteriore
édula - conforme
á
1 copia! uc
hay en el. rchivo de I ndia.;
c.
139
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12
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126
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139.