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HI. TOIUA
no la firmaba un abogado· e tendrían por onfe o . H1Uilore dijo un
de ello , no pedí un impo ible. n e les
1·
novó la intima ion,
y
la vi ta
de la causa empezó poe un insulto gro ero. .
Cuatrn año antes,
á
cau a ue otro folleto, e le babian corlado
á
Prynne las oreja : <1 Yo reía, dijo lord Finch mirándole, que Prynne
no tenia a oreja , pero veo que todavía la puede presentar. n Ypara
mpla er la curio idad de lo jueces un e birr e a arcó al acusado,
le apartó lo cabello en eñó . u oreja muti lada . c1Wilore , dijo Pryn–
no, no
o~
ofendai ; solo pido á Dio que os de orejas para que me oigai .
»
Fueron condenado
á
la argolla,
á
que se les computaran las oreja ,
á
.000 libras e terlina de multa,
y
á encierro perpétuo. El dia de la
ejecucion (50 junio 1657 e r unió una muchedumbre inmen a;
o–
rno qui ie e alejarla el verdugo : (\No hagais tal, le dijo Burton , deben
aprenderá ufrir.» No insi tió el turbado verdugo. <1 Querido eñor, dijo
11na mujer á Ilurton , e te e el mejor ermon que habei predicado en
vue Ira vida.- A. i lo e pero, re pondió,
y
quiera Dio que convierta
á
lo a·i lentes.>>
n jóven e pu o pálido al mirarle : HHijo mio, le dijo
Ilurton, por qué e tá pálid
?
Mi corazon no e tá débil , i necesita e
Yigor, Dio me lo oncederia.n Aumentába e l gentío ; ierto ugeto dió
un ramo de flore
á
Ilast\: i b, vino
á
po ar en l una abeja : <1Mirad
dijo, e a pobre abeja, ha ta la picota ien
á
chupar la miel de la flo–
re : ¿por qué no podré o tambien calar la miel de Jesu
~¡
to ? <1
ristia–
nos dijo Pr nne, i no bubié emo mirado por nue tra propia libertad
no eslariamos aqní ; por la vue tra hemo comprometido nue tro bienes–
tar; sed fuerte
y
fieles á la cau a de Dio
y
del pal ; de otro modo,
''º
otro
y
vue tro bijo o umirei en una entera e clavitud.
n
Re ona–
ron en la plaza lo rna solemne aplauso .
lguno me e de pue e renovó la mi ma escena alrededor del ca–
dal o, donde por la mi ma cau a se fulminó igual pena contra Lilbur–
ne. Aun fue mas viva la exaltacion del condenado
y
la del pueblo. Ala-
do tra de un carro,
azotado por el verdugo al través de la calle d
e tmin ter, no cesó el reo de exhortará la muchedumbre. lado
á
la
I
icota, iguió perorando ; en vano e le intimó que callase,
y
e le pus
una mordaza. acando entonce folleto de su faltriqueras los echó al
pueblo, que lo recogió con ardor, ha la que lo maniataron. Inmóvil
.ilencioso, lo contempló admirado el gentío. á.rio jueces de lo que lo
habían condenado ob ervaban de de una ventana u con tan ia c¡u por
último
11
gú al e tremo de 0ansar u curio idad.