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nece idade qne inlere an mu poco á lo corte ano . Aborreciólo la
r ina porque contrariaban u influencia en el ánimo del rey; la alta an -
tocra ia e ofendió de u poder , no tardó la 6rte entera en unirse al
pueblo pcu·a atacarlo clamando orno 1 onlra la tiranla.
Cárlo no los abandonó; tenia confianza en uadh ion .' tino, le on–
venian u m'áxima , y miraba la profunda piedad de Laud on un rr -
peto mezclado de afecto. Pero valiéndo ·e de su er icio no tenia ílr–
meza para
darl~
preponderancia · obre lo orte anos. M orado en ,u
sentimiento
vida e terior, pecaba el monarca por ligereza iohabilida \
en comprender la diílcultad s del absolutismo Ja nece·idad de aoriíl-
ár elo
l~do .
Eran tale en sentir suyo los derecho de la maj tad qu
le parecía que nada debía co tarle e fuerzo. Ocupába e con aten ion n
el onsejo sobre lo negocio público ; pero una vez llenado e te deber
no volvia pensar en ellos, y la necesidad de gobernar ejercía n u áni–
mo menos imperio que el placer de reinar. Rl humor de la r. ina la
ostumbre de la córte, las prerogati a de lo oílciale de pala io
'le
parecían importante consideracione que no debía olvidar por su inte–
re es politico . ne ahi se originaban para u mini tro , unas continuas,
i bien tenue dificultades en que por último ucumbian , pue el
rey
creía
hacer lo bastante con mantenerlo en su sillru;. Tenian encargo de ejer–
cer el poder ab aluto : les faltaban fuerzas en cuanto reclamaban algun
acriflcio domé tico, alguna medida contraria á lo estilo de Whitehall. ·
'Iodo el tiempo que permaneció tralford en el gobierno de frlanfla, tuvo,
así que con umirJo en e plicaciones y apologías : una vez se le acusaba
de haber hablado ligeramente de la reina;· otra vez tenia que cante tar
á
la queja de algun magnate que se querellaba de su altivez;
d~bia
ju tificar su palabras, sus modales y u
carác~er ;
de de Dublin Je era
forza o acudir
á
de vanecer los rumore' del palacio de Lóndre y nunca
obtenia una aprobacion que le asegurase del lodo , ni pusiera en estado
de de arrollar sin temor u autoridad.
De este modo
á
pesar
~e
la energfa e lo de lo consejeros, de la
Lranquilida 1 pública, de la dignidad del monarca , el gobierno care–
cia de vigor de pre ligio. Victima de disen iones interiore , dominado
á
la vez por iníluenoias contrarias, ya sacudiendo el yugo de las leyes,
1
a r,edi ndo
á
débiles manejo , no eguia ningun plan, y olvidaba
á
ada momento su propios de'ignio . Había abandonado en FJU ropa la
cau a del protestantismo,
y
aun prohibido al lord 'oudamor , u em–
bajador en Pari
1
a i tir al Oficio Divino entre lo refol'mi tas, en on–
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