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llli LA l\llVOL CIOX

lll~

1 'GJ, TEIU\,\ .

4!J

nece idade qne inlere an mu poco á lo corte ano . Aborreciólo la

r ina porque contrariaban u influencia en el ánimo del rey; la alta an -

tocra ia e ofendió de u poder , no tardó la 6rte entera en unirse al

pueblo pcu·a atacarlo clamando orno 1 onlra la tiranla.

Cárlo no los abandonó; tenia confianza en uadh ion .' tino, le on–

venian u m'áxima , y miraba la profunda piedad de Laud on un rr -

peto mezclado de afecto. Pero valiéndo ·e de su er icio no tenia ílr–

meza para

darl~

preponderancia · obre lo orte anos. M orado en ,u

sentimiento

vida e terior, pecaba el monarca por ligereza iohabilida \

en comprender la diílcultad s del absolutismo Ja nece·idad de aoriíl-

ár elo

l~do .

Eran tale en sentir suyo los derecho de la maj tad qu

le parecía que nada debía co tarle e fuerzo. Ocupába e con aten ion n

el onsejo sobre lo negocio público ; pero una vez llenado e te deber

no volvia pensar en ellos, y la necesidad de gobernar ejercía n u áni–

mo menos imperio que el placer de reinar. Rl humor de la r. ina la

ostumbre de la córte, las prerogati a de lo oílciale de pala io

'le

parecían importante consideracione que no debía olvidar por su inte–

re es politico . ne ahi se originaban para u mini tro , unas continuas,

i bien tenue dificultades en que por último ucumbian , pue el

rey

creía

hacer lo bastante con mantenerlo en su sillru;. Tenian encargo de ejer–

cer el poder ab aluto : les faltaban fuerzas en cuanto reclamaban algun

acriflcio domé tico, alguna medida contraria á lo estilo de Whitehall. ·

'Iodo el tiempo que permaneció tralford en el gobierno de frlanfla, tuvo,

así que con umirJo en e plicaciones y apologías : una vez se le acusaba

de haber hablado ligeramente de la reina;· otra vez tenia que cante tar

á

la queja de algun magnate que se querellaba de su altivez;

d~bia

ju tificar su palabras, sus modales y u

carác~er ;

de de Dublin Je era

forza o acudir

á

de vanecer los rumore' del palacio de Lóndre y nunca

obtenia una aprobacion que le asegurase del lodo , ni pusiera en estado

de de arrollar sin temor u autoridad.

De este modo

á

pesar

~e

la energfa e lo de lo consejeros, de la

Lranquilida 1 pública, de la dignidad del monarca , el gobierno care–

cia de vigor de pre ligio. Victima de disen iones interiore , dominado

á

la vez por iníluenoias contrarias, ya sacudiendo el yugo de las leyes,

1

a r,edi ndo

á

débiles manejo , no eguia ningun plan, y olvidaba

á

ada momento su propios de'ignio . Había abandonado en FJU ropa la

cau a del protestantismo,

y

aun prohibido al lord 'oudamor , u em–

bajador en Pari

1

a i tir al Oficio Divino entre lo refol'mi tas, en on–

G