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ciando en aquel podero o pueblo, y lleguen siempre
á
tiempo le alvarlo
<le los abi mos que pueden oponerse
á
su marcha 1
Tres grandes hombres>Cromwell, Guillermo III yWashinglon figuran
en la bisloria como árbitros
y
represenlante de la supremas ri i. qu
han labrado la felicidad de aquellas dos grandes nacione . Cromwcll
merece lal vez por 1.a estension y energia de su talentos naturales ocu–
par entre los tres el primer puesto : distinguíase por su espíritu prodi–
gio amente actho,·sólido, exacto, flexible, creador y por una energ'ia d·
arácter incapaz de contenerse por ningun ob táeulo, ni por ningun con–
tratiempo, ysabia encaminar e
á
la realizacion de sus Ilane con una pa–
iencia y un ardor inagotables marchando tan pronto por la vía mas
tortuo a y largas, como por la ma directa
y
peligro as.
obrP. alía igualmente en captar e y dominar la \'Oluntad .d los qu
atraia al circulo de us relacione per onales é intimas, como en organi–
zar y dirigir un ejército ó un partido. Tenia el espiritu de popularidad
el don de mando y con igual audacia e atre ió
á
de-encadenar la faccio–
nes, que oponer-e
á
la furia de su de bordamiento .
la
como hijo de la
rernlucion yconducido de oleage en oleage al poder supremo, su talento,
puede decirse que iguió iempre siendo esencialmente revolucionario :
no le fueron desconocidas las nece idade del órclen
y
del gobierno ; pero
no supo ni re petar, ni practicar la leyes morale y permanentes. ea
por inclinacion de su naturaleza, ó sea por vicio de su itu'acion , no co–
noció regla ni serenidad en el ejercicio del poder; recurPió in nece.ida
el
á
medidas e tremada como aquel cµi e continuamente se ve amenazado
del último peligro
y
de aquí provino que con la violen ia mi ma del r -
medio exacerbó la enfermedad que se propuso urar. El establecer un go–
bierno e empre a que exige procedimientos ma normale y con(ol'm
on la le e eterna del órclen moral. Croffi\ ell logró sujela1' la revolu–
cion, mas no le fue dado edificar sobre
S.llS
ruinas.
Meno obre alientes tal rez en cuanto
á
lo done naturales Guiller–
mo IlI
y
Wa hington con umaron la obra superior
á
la fuerza de rom–
well ,
y
aseguraron la suerte del gobierno que e tablecieron en upatria.
Tal vez deberá e e brillante resultado atribuir e
á
que en el seno mismo
de la ra olucion nunca aceptaron ni pu ierou en práctica la polilica revo–
lucionaria , ni nunca solicitaron ni e vieron en la fatal itua ion de tener
qué
emplear la arbitrariedades del de poli mopara o tener e n alluras
á
que hubie en sido elevados por las violencias dela anarquía.
Desde u primero pa
O'
encontraron natu ralment alocado ,
(,