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Hl 'l'ORIA

temed que la desesperacion no les obligue

á

procurar salvarse abando–

nándoo

á

vosotros mismo . Cuan fatal o seria una tal resolucion, tiem–

blo de pronun iarlo, os lo d jo juzgar

á

vo otros mismos.» Dijo, y vol–

vió

á

sentarse acariciando la espada.

inguno habló ma ; la mocion adoptada obre la marcha, fue tra -

mitida al otro dia

á

la cámara alta. n momento lo lores parecieron titu–

bear; el debate duraba mucho : do declaraciones ll garon del ejército;

una dirigida

á

la cámara baja, llena de felicitaciones al par que de ame–

nazas contra u nemigos; la otra

á

lo lore uave y moderada, pidien–

do que ce asen lo rumores que corrian sobr el peligro de la patria,

prometiendo so tenerla en todos sus derecho . Lo d bile , ó parecieron

asustado~

ó

tranquilos segun u intencione ; la di ·cu ion dejó de estar

indecisa, y al momento del voto definiti o, los lor Wai:wick y lanche -

ter protestaron únicamente contra la adopcion.

iva y temible protesta estalló orno en Yenganza por todo el reino :

c1Quedan a ju tificadas, gritaba.o lo reali ta , aquella acu acione ,

aquellas predicciones, tratada tantas vece de quimeras ó calumnia »,

1

por todas partes un in número ele gentes maldecian con ellos tan dete -

table traicion. Ante que

1

rey hubiese podido conte tar

á

la declaracion

de las cámara aparE:cieron mu ha onteslaciones , hija del e ponláneo

uelo de simple ciudadano . Jamás tantas con piracione reali tas, jamá

tantas y tan vi0lentas átira habían circulado por \\e tmin ter. En

la mi ma isla de Wight, el capitan Burley, oficial retirado de mal'i–

na, hizo de repente redoblar el tambor en las calle de ewport, acau–

dillando una poroion tle trabajadore , niño y mujere , e

1

u o en mar–

cha

á

su frente para sacar al re

1

de pri ion. La tentativa qued burlada.

al momento,

y

Burle ahorcado orno por haber querido hac r la guerra

al re

al parlamento. in embargo , la mismas di po iciones, lo

mismos deseos agitaban Jo condados, aun lo mas enemigos de la cau-

a real; y ha ta en las puertas de We lmin ter, lo soldados reformado

del ejercito de Es ex, sepa eaban tumultuo amente gritando :

¡Vi

a

el

t·ey

!

deteniendo los coche

1

ara obligar

á

los que transitaban á beber

á

su salud.

Indi

0

nábanse los r publicano'> al ver de esta uerte turbada su icto-

1·ia : en ano recibían felicitacione de algunos condado ; en vano las cá–

mara proclamaban us de eo de reformar la le e civiles,

y

hacer me–

no difícil la ju licia; en ano suspendian lo diputado su privilegio en

materia de deudas persecuciones : e tas importante mejora olo el'an