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DE LA REVOL CIO
DE INGLATERfü\.
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nido en Westminster no formaban ya dos verdadera cámaras, que
fa
ausencia de tantos miembros ,
y
la falta de libertad en sus· dc–
liberacione les babia hecho perder toda su exi tencia legal ; que n
adelante no les daría el nombre ·de parlamento, en fin , que prohibía
á
us súbditos obedecer
á
ese conjunto de traidores
y
edicio os. na re–
probacion tan general
y
violenta restableció prontamente la union entre
las dos cámaras : el 5
d~
julio decretaron de mancomun que se delega–
rían comisionados
á
us hermano los E coce es para pedir que enviasen
un ejército en auxilio de los protestantes de Inglaterra amenazado
il~
caer bajo el yugo de los papistas. Así fue que cuando recibieron lo lores
la carta de Essex, otaron que no enviarían al rey
peticion~s
ni.
proposi- ·
'iones.depaz hasta que hubiese revocado la proclama en que decia que
las dos cámaras no formaban ya un parlamento libre y legal.
o insi Lió Essex : honrado
y
sincero ,. creyó umplir con un deber
acon ejanuo la paz; por lo demás , re pelaba
á
las cámara , sin m–
bargo de haberles dado un cunsejo, estaba sumiso á su órdene . Por
uno días pareció reinar en Lóndre la ma or armonla nLre los par–
tidos : todo se reunieron para colmar
á
Essex de prueba de apre:.
cio; pronto recibió municiones y refuerzo : al mismo tiempo Wallel',
á
pesar de sus desgracias, recibió mercedes por su alor, como hom–
bre que aun podía ser
~til.
e ordenó la formacion de. un nuevo ejér–
cito en los condados del Este, al mando de lord Manche ter, y dándol
por segundo
á
Cromwell. Rotham ,
á
quien lo comunes habían pre–
venido á tiempo arrestándolo en Ilull antes que hubiese podido entregar
Ja plaza,
y
esperaba en la torre su castigo, fue reemplazado n el mand
por lord Fairfax. De lo comisionados que debian partir para Esco ia,
los dos fueron nombrado por los !ore::
y
los
uatro~
por la cámara baja,
y
se le invitó
á
apresurar su marcha. La mayor parte de los miem–
bros de la a amblea de teólogo dejaron asimismo la capital para ir
cada uno
á
su parroquia
á
calmar las inquietudes del pueblo y escitarle
á
nue os esfuerzos. Diariamente, en alguno de lo templos de Lóndre ,
delante de un numeroso concurso de mad re , hijos
y
hermanas, se ele–
braban ceremonias especiales para invocar la proteccion de Dios sobre
todos cuanto se dedicaban
á
la defen a de su patria y de su fé : al
amanecur, al redoble del tambor, muchos ciudadano de todas edades,
sexos
y
condiciones, salían en bandas para trabajar en la fortifi aciones.
Jamás, ni en las cámaras ni entre el pueblo, se había desarrollado tan
prudente
y
concertada energía.
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