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DE LA nEVOL CION DE 1·cLATEnnA.
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y
humilde respuesta de que con juramento guardamos la plaza para el
ervicio de V. M. y de su real posteridad, que nos creemo obligados
á
obedecer las órdenes de V. I. tra rnitidas por medio de las dos cámaras,
y que en consecuencia con la ayuda de Dios la defenderemos con todo
nuestro poder.
i>
A este mensaje tan breve y claro como leido con firme
tono ; al estraño a pecto
y
frio ademan de los d·os diputados, que inmóvi–
les delante del rey aguardaban su respuesta, por
po~o
no estalla entre lo
presentes un movimiento de sorpresa, de indignacion
y
de desprecio ; pero
Cárlo , grave como sus enemigos, los reprimió , y despidió
á
los diputa–
dos con solo e tas palabras : (( en vano e perais sor.orro; Waller está
destruido yE sex no puede venir
.1>
Apenas hubieron entrado en la plaza,·
cuando incendiaron todos los arrabales, para que nada les quedase que
defender fuera de las murallas.
Durante einte
y
seis dias inutilizaron con su valor lo esfuerzo de
lo sitiadores ;
f~era
de unos 1 Ohombres de reserva, la guarnicion en–
tera estaba sobre las armas; en los trabajos asi .como en los peligros,
los ciudadanos se unian á los soldados, las mujeres
á
los maridos,
y
los
bijos á sus madres. Hicieron muchas salidas, y solo tres hombres deser–
taron. Cansado el ejército real de tanto esperar sin gloria, se rnng·aba
devastando los alrededores : los oficiales empleaban muchas veces
á,
sus
soldados en robar á algun rico de los alrededores' que solo recobraba su
libertad por medio de un rescate. La indisciplina era cada dia mayor
á
par que el odio de los pueblos cer·canos. e hubiera podido probar un
asalto; pero era tan reciente
y
había costado tan caro el de Bristol, que
nadie osaba proponerlo. Ya el rey e·peraba solo poder reducirá los sitia–
dos por hambre cuando supo con admiracion que se acercaba Essex . En
vano el princjpe Roberto quiso detenerlo con un cuerpo de 9abé!lleria; el
conde seguía avanzando siempre. Distaba ya solo algunas millas del
ampo,
y
la caballería del re·y se babia replegado sobre las avanzadas·de
su infantería, cuando Cárlos, con Ja esperanza de detener al conde, si–
quiera un día, le envió un men aje de paz : (( El pal'lamento, respontjió
Essex, no me envía para tratar, sino para salvar á Glo ester; esto es Jo
que me propongo al anzar ó perder la vida.-¡ Fuera proposiciones !»
sclamaron us soldado al aber ue babia llegado un mensajero enemi–
go . E sex continuósuma rcha, y al día siguiente, de setiembre, al aso–
mar sobre una colinas di tantes dos leguas de Glocester, al ver arder lo
reale de Cárlo onoció que había levantado el sitio.
Apresuró e
á
ntrar en la plaza lleYando toda suerte de iveres ; lle-