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158 .

111. TOlllA

untul'a para probar una conciiiacion on tan podero o nemigo que tan–

to le babia dañado, pero que en cntir omun podia r pararlo Lodo.

Encontrábase en Oxford el doctor Gile , pai ano de Dampden, con

quien. babia con ervado rola ione famil iare : cdndagad

n~ticias

del he–

rido, le dijo el rey, i le faltan cit:ujano , pod rá

n

1

ir

e del mio.- eñor

re pondió

1

doctor, no o muy

á

propó ito para e lo ; uanla vece he

pedidoalgo

á

Dampden le he ·parecido a e de mal agüero ; le rogué en

ierta oca ion que hiciese per eguir

á

unos bandido que me habían ro–

bado, y al entrar en u a a mi men ajero supo la muerte de u hijo

mayor; otra vez olicilé a imi mo su interven ion,

al propio tiempo

npo que acababa de morir u amada hija, mistl'is Kni htle . ue tra.

relaciones nunca han sido para él de feliz aú picio.

n

in mbargo ,

1

doctor pasó

á

cumplir la comi ion real. Pero el 24 de junio, u roen aje–

ro encontró

á

Bampden moribundo : do bala le habian atrave ado la

e·palda, y hacia ei día que e taba ufriendo Jo roa agudos dolare .

e le dijo sin embargo que de eaban verle,

y

le informaron con que obje-

. to : al in tante rlió mue tra de la ma or aO'ita ion; e ere ó que hacia

e fuerzo para habla!', pero no pudo murió po o momento despue. .

En cuanto lo upo se alegró de ello Cárlo mucho ma que i hubie e a–

hido que e taba dispuesto

á

una tran$aC

ion

: de de enlonce no e "olvió

á

Imbiar de Hampden en la córte de Oxford ino para recordar u ofensa

ó para nolar con aire de triunfo que babia muerto en el mi mo andado,

·erca del paraje donde ante que en ningun otropunto e había pue to en

jecucion el decreto del parlamento sobre Ja ll)ilicia el levantamienlo de

tropa contra el re .

En cambio e dieron en Lóndres en así todo

1

reino prueba del

mas profundo dolor. Ningun hombre babia jamá in pirado tanta on–

fianza.

nD pueblo; todo uaDlo eran adicto ma óm DO al partido

na 1onitl contaban con Hampden lo moderado onfiaban en su sabi–

duria, lo exaltado n u elo patriótico, lo justos n su rectitud, lo

iotrigante en u habilidad. Prudente re ervado al tiempo que di pue to

á

arrostrar lo peligros, no habia aun dado lugar

á

ninguna descon–

fianza po eia todo lo afecto , u muerte dejaba repentinamente un

vacío en toda las e paranza . uerte milagrosa que fijó para siempre sn

nombre en la altura

á

que le babia subido el anhelo de u contemporá–

neo , ' salvó tal vez su ' irtud como u gloria de lo e eolios onlra los

que acostumbran

á

lrellar·e lo mas noble favorito de las r ,·olu–

cioDcs.