![Show Menu](styles/mobile-menu.png)
![Page Background](./../common/page-substrates/page0156.jpg)
144
lllS'(OnIA
Aprovechó el parlamento esta dispo icion de los ánimos, invitando
á
Jo
aprendice
á
que senta en plaza, y declarando que el tiempo de servicio
se les abonaria en su profe ion
ú
oficio; la municipalidad ofreció 4, 00
hombres de sus milicias y encargó su mando
á
kippon. ((Vamos, hijo
mios, les dijo al ponerse á su frente, confianza y buen ánimo en el com–
bate : yo correré los mi mos rie gos que vosotros. E ta e la causa de
Dios, la de vuestras espo as, Ja de vuestros hijos,
y
la de vosotros mis–
mos. Animo, hijos miii>s, y Dios bendecirá nue tro esfuerzos.n Durante
el dia y la noche salieron de Lóndres los nuevos reclutas , milicianos
y
voluntarios, para entrar en el ejército. Al dia siguiente, á una milla de
las avanzadas del rey, pasó Essex revista, delante de un numeroso gentlo
á 24,000 hombres formados en batalla en Turnham-Green.
De nuevo se principió la cuestion sobre si se debería ó no atacar·
Hampden y sus amigos insistían vivamente en razon de las circunstan–
cias. iguiendo su consejo, se efectuaron algunos movimientos, ontra el
parecer de Essex y de los antiguos militares; pero un incidente lo cam–
bió todo. Cierto día que estaba el ejército en línea, dos
ó
tres ciento
espectadore á caballo se alarmaron, tomando á galope el camino de
Lóndres : fue tal con esto el terror de Jos parlamentarios, que muchos
iban ya
á
emprender la fuga. Di ipada la
al.ar.mase serenaron los sem–
blantes,
y
renació la confianza á vi ta de los vi veres que traian de la ciu–
dad las mujeres. Con esto conoció Essex cuan efímero era el entusiasmo,
y
volvió
á
ponerse
á
su defensiva. El rey que por su parte temía mucho
un ataque, pues le escaseaban las balas y la pólvora, se retiró sinobstácu–
lo
á
Reading
y
en seguida
á
Oxford, donde estableció sus cuarteles de in–
vierno.
Tanta lentitud, combatida en vano por lo jefes del parlamento, tenia
causas mas poderosas que la actitud acilante del soldado, ó la pruden–
cia del general. Lóndres estaba lleno de divisiones · de incertidumbres.
Manifestábanse altamente los partidarios de la paz, que solo por temor y
por
necesid~d
babian aceptado la guerra. Por otra parte algunas peticio–
nes bastante vivas, contra el papi mo y el poder absoluto, clamaban por
que se pusiese un término
á
ella. Eran desoídas yse amenazaba
á
sus
autores; pero en po de ellas venían otra , redactadas en los condados
y
dirigidas á los lores que se creían mas di puestos
á
recibirlas. Tampo–
co faltaban peticiones contrarias á estas, procedentes de los magi trados,
de la municipalidades
y
del pueblo, todos adictos
á
los miembros mas
exaltados de la cámara baja. n mercader, llamado hute, acudía todos