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DE LA REVOLUCION DE INGLATERRA.
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flcas. Essex recibió órden de acercarse cott sus tropas, y entre tanto
e pidió al rey un salvo conducto para sei diputados encargados de abrir
negociaciones; mas como se nega e á darlo
á
John Evelyn,
á
quien aca–
baba de-proclamar traidor, no quiso Ja cámara in istir : Essex babia lle–
gado ya. El lord corregidor convocó en Guildhall una asamblea general
de ciudadanos,
á
la que concurrieron dos miembros del parlamento par.a
incitarlos á que peleasen
á
las órdenes del general. ((Ha alcanzado, dijo
lord Brook, Ja ma señalada victoria ; el enemigo ha perdido 2, 000
hombres, y nosotro solo ciento, si ya no contais los purros que se entre–
tu ieron en matar los realistas. El generalsale mañana, y quiere aun ha–
cer mas de lo que ha hecho; por vo otros se dirige al combate, pues él
podria ser libre
é
independiente si quisiese. Guando oigais pues el redo–
ble· del tambor, os conjuro á que no digais :
Yo no soy de la milicia,
seguidla mas bien, combatid y enced.
»
Resonaron mil a.clamacione ; mas el terror no estaba aun disipado del
todo; los realistas se habian adelantado hasta 1 millas de Lóndres. El
parlamento se resignó á hacer partir cinco de sus miembro sin insi tir
en la admision de Evelyn. Cárlos los recibió bien,
y
dijo que en todo lugar
aun en las puerta de Lóndres, entraria en negociaciones. Al leerse esta
respuesta en la cámara alta, el 12 de noviembre de 1642, se levantó
Essex, preguntando si debía continuar ó su pender las hostilidades. Se
le mandó su penderla , y partió sir Peter Killig-rew para tratar de un
armisticio; pero al llegar á 7 millas de la capital vió que se habian
vuello
á
empeñar las ho tilidades. pesar de la negoctacion cayó el rey
sobre el regimiento de Hollis itnado en Brentford, creyendo de truirle
y
abrirse paso
á
Lóndre . Pero el denuedo de aquel cuerpo dió·tiempo
á
los
regimientos de Hampdem y de Brook para que acudiesen
á
socorrerle,
y
los tres resistieron durante· muchas horas el choque de los realistas.
ia e de de Lóndres el fuego sill' saberse la causa. En cuanto tuvo aviso
Essex, salió de la ámara, montó
á
caballo,
y
salió con las fuerzas que
pudo reunir. uando llegó al lugar de Ja accion, e habian retirado en
desórdeq lo parlamentarios,
y
el rey ocupaba el punto de Drenfort-aun–
que in atre er e
á
internarse mas.•
La indignacion fue tanto mas viva en Lóndres, cuanto que iba acompa–
ñada de un nuevo espanto ; pues olo se hablaba de la perfidia ybarbarie
del rey que babia querido entrar por asalto en la ciudad, entregarlo todo
al furor de su infame caballeros. Los ma ardorosos partidarios de la
auerra se quejaban de que fuesen teatro de ella los alrededores de Lóndres.