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f ' Q

111 TOnlA

dipulauos de la cámara, no faltaban algunos

á

quienes agradaba este

brillo. Pero, en cuanto se trató de negociar, fueron inútiles tan o Lento-

ª

dcmo traciones: ni el rey ni el parlamenlo podían aceptar sus mú–

tuas condicione , pue to que a·ante de la guerra babian sido desecha–

da , por dejar solo

á

un partido dueño del campo dominante.

i rta larde, e lisongearon lo parlamentario de que al fin habian

obtenido del re alguna onc ion tocante

á

la milicia : de pues de una

largu conferenuia pareció que cedia y onvinieron en que al dia siguiente

,e

les daria por e crito la re pue ta. ran e fue la orpre a al ver que era

diferenlede lo que esperaban finalmentesupieron que árlo enau encía

de sus mini tro. había mudado de parecer por inOuencia de los tavoritos de

la reina.

<<

i al menos el rey, dijo uno de lo comi ionado , quisie e mo -

trar e benévolo con alguno magnate parlamentarios, la influencia de

e to le erviria.

n

Pero Cárlos, arrogante con us corte anos como con

u pueblo , sufria ap nas que le habla en de r ·tituir al conde de

orthumberland el honor de .gran almirante ; de modo que la intriga

·obre intere es

¡

er onale fueron enteramente vanas. El rey, ni mas ni

menos que los jefes de la cámara, no e taban por la paz, había prome–

tido á la reina que no la baria sin su con

1

ntimiento,

y

ella le escribía

desde York indignada de que se hubie en atablado negociaciones,

y

de-

larando que abandonaría la Ing'laterra i no obtenía oficialm nte una

guardia para su seg·uridad. na peticion de lo oficiala que estaban de

guarnicion en xford, provocada ecretamente por el mi rno árlo ', e

opu o á la suspen ion de ho tilidade . En vano alguno de lo comi io–

nado e esforzaron en darle e panto con el porvenir; n vano tambien

propu ieron su mediacion otro omi ionados venido de

E

uocia para

olicitar la onvocacion d un parlamento : lo de oyó como una injuria

le prohibió que e mezcla en en negocio de la Ingla.t rra, dió en

fin

por re pue la á lo negociadora la prome a de vol er

á

re idir erca del -

parlamento si este qut}ria tra portar su r idencia

á

veinte millas cuan–

do menos de Lóndre . abido e temen aje, llamaron la cámaras

á

u

·omi iona.dos, con órden tan perentoria, que e re eron obligado

á

par–

tir el mismo dia, aunque eia ya tarde no estaban di pueslos su coche .

u onducla en Oxford,

y

sobro to o su relaciones familiare con

l rey y con la córle, habian in

¡

irado suma de conOanza á lo partida–

rios de la guerra. Lord orthumberland al r gre ar upo que una de la

cartas que escribia

á

u mujer había sido abi rta por Enrique Mart

1

n,

miembro

de.ta

junta de seg·uridad, conocido solo por us violentas idea