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111 TOHI,\

zura. En los condados; famo o ya

1

coronel Cromvell por sus golpes d

mano tan

~

lice orno bien

concebit.lo

', ejcrcia por otra parte sobre lo

hombres resuello de exaltada piedad yde condi ion a oinodada

á

la vez

y

oh cura , una influen ia tra U.e la que a ornaba un grande genio ypoder.

Al ur al Oeste en Dn, mucho cuerpo reali tas di persados, ysiete pla–

za ganadas en tres meses, habian valido

a

sir William "alter el re–

nombre de Guillermo el conquislador'. No le fa llan pues, se decía, al

parlamenlo generales insignes ;

y

si lord Essex rehusaba ' encer, fá

il–

mcnte se le podria dar un sucesor.

Ninguna propo icion, ninguna insinua ion públi a vino en apoyo de

tan amargo dLcur

o~ .

No podía ser E s x onsideratlo un imple'oficial

al servicio de. un partido tlescontento · con él e taban inlirnamente enla–

zado los magnate empeñado en Ja guerra, lo hombres moderados que

deseaban la paz, lo mas ilu tracios pre biterianos que

empezaban

á

temer de otros sectarios ma o ado .

i

l mi mo llamptlen lo jefe del

partido politíco, si bien instaban al onde

á

que operase on mas vigor,

no por esto intentaban separar e de

l.

Por lo tanto no estalló la di..-

ordia ; poro in embargo, aunque oculta, empezó

á

dominar, y E sex

no tartló en sentir su influencia. Lo que debían ontcmporizar con

1,

a i le bacian ya la guerra,

y

us defensorc creian haber hecho ba

tante con o Lenerle,

y

no e undaban sus proyecto . Al cabo de un me

tuvo que quejar e del mal estado de su ejército ; sueldo, vfveres y ves–

tuario, todo le fallaba : lo padecimientos

y

las enfermedade diezmaban

á.

lo · oldado , en otro tiempo tan bien uidado por la apita!. Daba uen–

ta U.e u necesidade

á

las dL tintas junla encargada do remediarla ;

pero toda la' meuida jecutivas habian ido encargaua

á

u ontra-

1·ios, de c°'y le cion ran tambien lo empleados uballernos, por Ju

mismo quedaban sin efecto toda la reclamaciones del g ncral. Nada

parecía mudado al empezar la segunda ampaña,

y

sin mbarg , el par–

lido que habia qui tado el poder al mona1ca, entia ya que e le e capaba

de entre sus manos: otro partido nuevo, que aun pcrmanec;ia nvuello n

el silencio, eraba tante fuerte para reuucir

á

la impotencia

á

todo el

jér ito del parlamento, bastante exaltado para. arrie garlo todo, dan–

tlo e ta ventaja al comun nemiO'O .

1

propio tiempo nue''ª pa iones eng·endraban por decirlo asi un

nuevo ej rcito. En la e aramuza , que

á

1

e ar de Ja lentas negocia- .

·iune de Oxford

y

Lóndr e renovaban diariamente, babian llevad

i mpre la peor parte lo parlamentario de

el

la accion d Ilrentford. La