Table of Contents Table of Contents
Previous Page  132 / 472 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 132 / 472 Next Page
Page Background

120

111 TOllJ,\

plicase antes al rey dar el mando de la

torre~

de las plazas fuertes y de

la milicia á hombres que poseyeran la confianza del parlamento. La cá–

mara alta rehu ó e La enmienda, pero treinta y dos lores protestaron, y

la cámara baja, fuerte con el apoyo de e ta minoria, dirigió sola al rey

su Ieticion.. Respondió e le on negativa formal tocante á las plazas y

á

la torre, n términos vago

y

eva ivo en punto á la milicia, y al parecer

únicamente decidido

á

g·anar tiempo. Ja lo representantes del pueblo

no querian perderlo ; asi enWindsor como en Lóndres tenian eonfidentes

y amigos; n.o ignoraban lo proyectos del rey, ni el viaje de Ja reina, ni

la intrigas de la córte en el

I

orle del reino y en el ontinente.

El peligro se hacia cada vez ma inminente : ¿no podia acontecer

que el rey estuviese preparado para la guerra ante que e hubiese de–

cidido la cuestion de la milicia para oponérsele? Temore mas ciegos

agitaban al pueblo; hablábase de muni iones sacadas de la torre, de

tramas contra la vida de los jefe populares, y todos se indignaban de

haber vencido tantas vece sin haber · acado ningun fruto de la victoria.

olo una nue·va.y viva esplosion de la opinion pública, de ian, puede dar

al Lra Le con los nuevos ob Láculo , armar á lo ardoro o , llevarse Lra

i

á

los tibio y de armar

á

lo malvados. umenláron 'e la

peticione~,

pr.ocedentes de lodos lo

andados y de toda las la

de iudadanos :

lo aprendices, lo m r adere , los jornalero , y ha la Ja mujeres e

reunían alrededor de We tmin ter para presentar las suya . Al ver á es–

tas por primera vez e admiró kippon que mandaba la guardia : «Que

nos e cuchen, gritaban; donde hoy vei una mujer, mañana habrá 'qui–

nientas.» Pa ó el omandanºte á recibir órdene de Ja ámara,

y

de vuel–

ta las obligó con buen modo

á

que e r tirasen. Pero volvieron

á

lo do

dia , llevando

á

u frcnl

á

una lal Ana lag·g, mujer de un rico erve–

cero, encargada ele pre enlar una p ticion al pié de la cual se esplicaban

su motivo .

<(

e.mejante pa o, decían, no desdice de nuestro exo; Cris–

to no salvó lo mi mo que

á

los hombres; como ello sufrimo las cala–

miJades pública , orno ellos tenemos una vida que so tener,

y

una alma

que salvar : no hacemos e to por vanidad

ú

orgullo de orazon, ni para

ampararnos

á

los hombre en autoridad ó en sabiduria, ino olo para

umplir on lo que deb mo

á

Dio ,

á

u iglesia

á

nue lro pal .

1>

La pet1cion fue recibida Pym alió para re. pond r

á

ella : «Bue-

na mujere , dijo

á

la peticionarias que Je rodearon, vuestra peticion ha

ido

1

ida, la cámara os da gracia ;

QS

rogamos q1rn volvai

á

vue Lra

familias , que vue lra peli ione e conviertan en prece para el buen