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D~

LA RE OL CI01 DE h.GLATEllll.\.

11 ,

na~ie

pueden sen irle al tratarse de crlmenes de alta trai ·ion. \ ngo

á

r

i

se bailan aquí porque en tanto que permanezcan en la cámara , no e

posible que esta entre en el recto endero, como tan in eramen te de eo.

engo pues á bu cario . ¿Donde e tán, señor orador ?-Pó tro e, e te

y

re

pondió : Digne e

V. M. ¡

erdonarme de no poder conte lar.

á

lo que

me pregunta.-Enhorabuena; veo que los pájaros han volado a, pero

e pero que me lo entregarei en cuanto vuel an. s aseguro bajo mi

palabra de rey que nunca he pen ado en emplear la fueria, qu proce–

deré contra ellos por lo medfos legales. Entre tanto, ya que no he lo–

grado mi objeto, no o perturbaré ma ; pero repito que e toy per uadid

de que me los enviareis en cuanto vuelvan; éle otro modo, creed que a–

bré encontrarlos. 1>

Y

salió iempre on el ombrero en .la mano. La cá–

mara permanecia todavía inmovil

¡

sin embargo se oyeron algunos gritos

de

11rivilegio! pri ilegio!

En cuanto e tuvo fuera se cerró la e ion itándo o para ·I dia i–

guiente. Todo los miembro corrieron pre uro o á saber ha ta quo

punto llegaban lo planes del rey, y como habian sido recibido por parlo

del público : en todas partes fueron testigo de una emo ion

'DO

meno

viva que la suya. olo se hablaba de lo insultos y de la amenazas de

los caballeros: <(Que me señalen el blanco, habia di ho uno, en eñando

una pistola, no le erraré.-

1

diablo con lo representantes del puebl

e clamaban otros; ¿qué liaremos de esos hombres? que se les ahorque.1>

Algunos se habían adelantado Imsta preguntar si se babia ya recibido la

órden : rumores todos que escitaban la ma or indignacion. Los cinco

miembros se habían retirado á Ja ciudad, cuyos habitante habían acudidt>

á

la armas : en vano procuró calmarlos el lord corregidor : formábanso

espontáneamente fuertes patrullas para Ja seguridad comun,

y

r cor–

rian las calles bandas de aprendices, gritando de puerta en puerta que

los caballeros iban á pegar fuego

á

la poblacion,

y

que (añadian algu–

no ) el mismo rey venia

á

su frente.

No era menor la agitacion en Wbiteball : el rey y la reina habian

fundado sus mayores esperanzas en este golpe de Estado, que ha ia yD.

mucho tiempo entraba en el secrErto de las conferencjas domésticas,

era objeto de todos Jos

1

ensamientos. árlo al abrazar aquel dia

á

u

esposa al tiempo de partir, le habla prometido que dentro de una hora

volveria dueño

y

señor del reino : la reina esperaba su regre o con el

reloj en la mano. Pero todo se babia desvanecido, y si bien

1

rey no

pensaba desistir de su plan, a no confiaba en l ni sabia como llevar!