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DE LA REVOL CION DE lNGLATEllRA.

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deseos. 7.

~

y

último : por haber provocado la guerra contra el rey. Sir

Eduardo pidió al mismo tiempo que se nombrase una comision para exa–

minar los cargo , y que se procediese

á

a egurarse de los acusados.

Los lores permanecian inmóviles, porque nadie babia previsto este

acto ni osaba tomar primero la palabra. Levantóse lord Kimbolton :

((E toy pronto, dijo,

á

obedecer toda las órdenes de la cámara; pero,

a que mi acusaciones pública, pido que lo sea asimismo mi defensa;>)

y

volvió á sentarse en medio del mismo silencio. Lord Digby estaba á . u

lado : ((Muy mal aconsejado está el rey, le dijo al oído ; muy poco be de

poder, ósabré de donde os viene el tiro

:·n

y salió en seguida, como pa–

ra ir á informarse. Aseguran que él era quien había acon ejado al rey

e te designio, obligándose

á

pedir inmediatamente el arresto

de

Kimbol–

ton, en cuanto le hubiese acusado sir Eduardo.

Sin perder tiempo un mensaje de los lores pasó á informar de lodo

á

Jos representantes del pueblo, quienes acababan de saber que los co–

misionados del rey se habian dirigido

á

las habitaciones de los cinco

miembros acusado ,

y

ponian en su puertas el sello de embargo. ata–

ron al momento que este acto violaba todos su privilegios; que los acu–

sados podian resi lirse; las autoridade municipales debian oponer e'

finalmente, que los comisionado del rey fuesen presos y llamados á Ja

barra como delincuentes. John Hotbam fue enviado á los lores para pedir

instantáneamente una conferencia, con órden de manife lar que en el ca–

so de que e tos se opo ieran

á

unirse á la cámara baja para obtener una

guardia, estaban decididos

á

pasará un lugar mas seguro. Esperábase la

respuesta, cuando se presentó un heraldo : <(En nombre del rey mi se–

ñor, dijo, vengo

á

intimar al señor pre·idente

á

que me entregue cinco

gentil-hombres,

miembro~

de e ta cámara, que . M. me manda arre -

tar como reos de alta traicion : >>

y

los nombró . A la vista estaban e lo ,

pero nadie e movia, y el orador mandó al heraldo que se retirase. in

tumulto ni

opo~icion,

la cámara encargó

á

una comision quepa a e en el

acto

á

decir al rey que

á

tan importante men aje solo se podía rn -

ponder de pues de un maduro exámen. Entre Jos encargado de esta

re puesta se notaban dos mini tro , que ignoraban la cau a de aquel

procedimi nto; lord Falkland , sir John olepepper. e abrió la confe–

rencia con los lore ,

y

en meno de una hora se wandó quitar lo se–

llo. de embargo,

y

en nombre de la dos cámaras se pidió al rey una

guardia por medio del duque de

Íti

hmon, u ma digno

fa

orito. «Ma–

ñana contestaré>> respondió

á

su vez el monarca ; mas las cámaras se

·1