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colas, (43); e1quilmllba.n al pueblo con
el
inhum-1.noimpuesto de «Millones
y
uientot1i{4!J; prodiga.ban en almoneda ·
pública. 1os tLtulos de grandeza; rodear
han
Madrid con tropas para
registra·
á
ctuieues
entraban
y
salia.o;
y
cobra·
hau
por derechos de
aduana
hasta el
CU!itroeientos
por ciento del
valor
de
Jos
artículds [
45];
y
no
retrnceclían
an·
te
el
inaudito·escáadalo
y
atropello de
rlisponer
de
lQ.s
ca11dale"i <le
particula–
res
llega.dc,s
O.e
Iadia~;era
imposible
q'
no
procedieran
ali!\
Cflrno
en
su
patria
y
que
dada
la\condición de aquellas
no
'"e consagrara el gobierno
españ.ol((pre·
fereotemente
á
obtener mayor
y
más
i11ruAdiata n
ilida
del
dominio de
Améric!ii> (46 ).
Oua.nto
osliiene
el
doctor
Prado
so–
bre la
a~ricultura
eu el
virreinato
del
Perú
e
io1'movib~e:
el asunto esttá.
bien pre
Anta.do,di
cutido
con maes·
tri
y
re uelto en su
verdadero
senti–
do. (47) En
efecto,
la
práctica
de la
agri
ultur era
entre los
indios anti–
quísima;
muy
an
erior
á
la domina-
4:
lrl.
tom •
l,
p!l~
.
9 -9; 257- ;
to·
mo _
U, pág .
101,
~~6,
2 5- 6.
44 a.nga
...1
rgüelle. , Diccionario de Ha·
ci
ud·n,
tomo
4?
pág.
191.
~
Lafu nte, obra ritada, tomo XII,
pá .
ló-1'".
4.
Di
cur , pá<>'a.
0-31.
47 Id.
p
~·
36-14.