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Aunque los Borbones enderezaron
la monarquía, sin embargo como loa
hábitos seculares no se pierden b.rus–
camente ni en cualquier momento, la
sociedad espafíola no olvidó, ni se
apartó de la mala
sen~.
Pasaron las cosas en Españ.a del mis–
mo modo qu-e en el Virreinato; pues
«c9mo el mal se hallaba esµeclalmen·
te en lo8 hombres, dice el doctor Pra·
do, los intendentes
y
sus subdelegados,
no cambiaron su condicjón moral en
virt.uddel nuevo sistema [Ordenanzas
de IntenJeutes], en · el que siguieron
por su parte, la corr iente de corrup·
ción que en el manejo de los negocios
se había hecho escandalosa entre sus
antecesores.» [27].
.A.sí,
por ejemplo, reinando Carlos
lll
los jueces
y
oficiales de justicia re·
cibían dádivas
y
regalos, no despacha·
ban brevemente los negocios y causl-ls,
ni excusaban procesos por la &misto–
sa composición de las partes.
(28]
Oon
razón ea Jos últimos afios de ese buen
monarca decía Oampomanes: ccNuestra
constitución está muy viciada; nues ·
tros tribunales apeuas sirven para lo
que fueron creados; los cuerpos del de
27
Discurso. rág.
26
28
Instrucción de
Corregidores
!le 1778,
D1'nvila
y
Collado,.::tomo 4?,
pág.
163.