vajes selvas del Continente Negro, ó por
satisfacer sus rencores contra la raza que
los oprimía.
Los indios auxiliares del ejército de
·Almagro, cuando iba este caudillo
á
con–
quistar Chile, fueron duramente tratados
por los negros; en la batalla de Añaquito
satisfacen sus feroces i ns tintos u1timando
á
los vencidos, y uno de ellos decapita al
desventurado Nuñez Vela; y, por último,
al levantar Giróu el estandarte de la re–
belión,
organi~a
un escuadrón de negros
de ciento cincuenta plazas, el cual, en la
batalla de Pncará, en vez de cumplir la
parte que se le estaba encomendada duran–
te la acción, se lanza
á
saquear el real de
los leales, matando
á
los enfermos y
contribnyendo con este hecho
á
la .derota·
de su caudillo
Normalizada la vida social de la co–
lonia, fundadas ciudades y establecidas
las autoridades que habían de gobernar–
las en üombre de la Corona, dictáron se
ordenanzas de buen gobierno que, en
buen romance, no eran sino reglamentos
de policía. Así como eran de alabarse las
leyes casi paternales dictadas en favor de
lo~
indios--cuyos benéficos resiütados
eran neutralizados por el relajamiento de
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