mismo que, recogido junto con esos hé–
roes en el 'buque enviado con tal fin por
Tafur de Panamá, continuando su derro–
ta al Sur, baja en Túmbez, primero con
~lonso
de Molina, luego con el griego
Candía.
Cat~sa
espanto
y
curiosidad esta
variedad étnica entre los sencillos tumbe–
cinos, quienes le lavan le hacen hablar,
y
absorve por completo su ate11ció11 has–
ta que prorrumpen en ruidosas manifes–
taciones de hilaridad al ver la franca ale–
gría del africano y el notable con traste
que ofrecían la b1ancnra de sus ojos
y
de
sus dien tes
y
el fondo negro de su rostro.
Vuelto Pizarro
á
España después de
haber consumado el descubrimiento del
Perú, en las capitulaciones que pactó con
·la reina doña
J
nana en
26
de julio de
1529
para la conquista del imperio, obtu–
vo, por el artículo
19,
licencia para traer
cincuenta negros, libre de derechos, de
los cuales por lo menos un tercio había de
ser de hembras.
Llegó la época de la conquista
y
de
las g\1erras civiles entre los conquistado–
res, y la africana raza no se hizo olvidar
en esos memorables acontecimientos, prac–
ticando actos de ferocidad inspirados en
el recuerdo de sus días pasados en las sal-
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