Capítulo XI.
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Reyes; y aun dicen que no mostraba pesalle con las
cosas que decian del visorey
(a).
El cual, muy de reposo se estaba á todo esto
en Trujillo, entendiendo en cosas tan livianas, que,
despues de fundada el audiencia, bastaba á las hacer
cumplir un mandamiento
q~él
inviara con un al–
guacil. Todos los que tuvieren cargo de regir rey–
nos
y
gobernar provincias que sin consejo se guiaren,
ellos cairán como han muchos hecho; y si
el
viso–
rey con priesa dejara los arrabales
y
se viniera á
las cibdades
y
con prudencia entrara en ellas, no vinie–
ran los escándalos
y
grandes daños que hobo, que no
fueron pocos. Todo lo que en Trujillo hacia, era que los
indios supiesen lo que habian de dar
y
imponelles en lo
que dejaba impuesto á los de Sant Miquel; y quitóles
indios de repartimientos al capitan Diego de Mora,
porque era teniente de gobernador,
y
á Alonso Hol–
guin, porque lo habia sido.-En esta cibdad de Trujillo
estaban su hermano Francisco Velázquez Vela Nú–
ñez, caballero muy noble y de grandes virtudes, y Die–
go Alvarez de Cueto, su cuñado, varon muy cuerdo y
asentado,
y
que se preció siempre de dar buenos conse–
jos al visorey, y los que más dijimos que
salie~on
con
el visorey de Túmbez.-En la cibdad de Los Reyes,
Hernando Bachicao, Diego Maldonado, Gaspar Ro-
(a)
Herrera; ó suprimió lo que hay en estos capítulos
VIII, IX
y
XI
desfavor~ble
á
Vaca de Castro, ó lo aderezó de suerte que resulta en hon–
ra del padre del arzobispo de Granada. (V. Dec. VII, lib. VII, capí–
tulos
XVJ, XVII
y
XVIII. )