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La Guerra de Quito.

humildad no lo hiciese por entónces y diese lugar á quel

Emperador fuese informado generalmente de todo el

reyno, para que, constándole los grandes servicios que

le habian hecho, fuese servido de facerles mercedes en

· no consentir que por entero las ordenanzas sean cum–

plidas. Mas aunque con grandes lloros se lo suplicaban,

alzat).do sus manos derechas en testin:10nio de que siem–

pre servirian al Rey con toda lealtad, no aprovechó sus

ruegos ni apelaciones, requerimientos, protestaciones

que sobre ello hicieron, ántes suspendió luégo los in–

dios

á

Diego Palomino, porque habia sido teniente de

gobernador, y á todos los indios puso en gran libertad,

' mandándoles que á ningun español diesen cosa alguna

sin que primero lo pagasen, y que usasen de pesos y

medidas con ellos (

I

o).

De tódas estas cosas que pasaban iban á las cibdades

de Trujillo y Los Reyes nuevas, y áun se contaban con

mayor extremo que ello pasaba, haciendo más grave y

dificultoso el rigor del visorey, como suele acontecer

en los semejantes casos. Y sin la gente que iba por

tierra, allegó al Callao, ques el puerto de la marí–

tima cibdad de Los Reyes, una nave de un Juan

Vazquez de Ávila, y

el

maestre que en ella venia,

dijo quedar

el

visorey Blasco Núñez en Túmbez. Con

esta nueva hubo grande alboroto en la cibdad, sabien–

do lo que pasaba á donde el visorey estaba, creyendo

, que luégo habia de mandar ejecutar las leyes; é juntos

en su cabildo é ayuntamiento los regidores y oficiales

y

los demás que solian juntarse en semejantes congre_–

gaciones, y praticaron sobre la venida del visorey y