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La Guerra de Quito.

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principal (a), prometo que no falten dicinciones

ru

guerras, pues ya el alboroto de allá es tan grande.

Esto dicen que Contreras dijo al visorey; el cual

dicen tambien que le respondió en esta manera:-SÍ

es que la maldad de todo punto precede á la bondad,

y la tiranía á la lealtad, y el Rey con estos reinos no

tiene más parte que aquella que los que en él están

le quieren dar, yo creeré que lo que decís será ansí;

pero si afirmais que np les ha alterado la in tencion de

S. M., ¿cómo no querrán que se cumpla su voluntad

real? Con la pobreza que nuestros padres vinieron

á

descubrir este imperio, bien lo sabeis, pues no ha tan–

tos años que Colon salió de España, y háse ido la cob–

dicia en tanto metiendo en las voluntades de los de acá,

que, por adquirir dineros, han hecho grandes males y

casi destruido totalmenL las provincias; y si agora

estas leyes no vinieran, de aquí á diez años no hubie–

ra otra cosa que en ellas ver, que los edeficios arruina–

dos, los collados y rios de la tierra. Y pensar ninguno

que los ministros del Rey hemos de guiarnos á los apeti–

tos de acá, no lo creais (b);

y

ninguno se desvergüenza–

rá que yo no le quite la cabeza de los hombros, en señal

de su traicion. Y diciendo esto, se metió en su retraimien–

to, y el gobernador Rodrigo de Contrerasse salió de allí;

no tardando mucho que el licenciado Zárate (e), pe-

(a) Yo

(Borr.)

(b) Porque la espada terná atra"Uesada mi

corazon;y~si

la "Vozyo pudie-

re formar, lanz aré de mi pecho palabras en que por ellas

di

á

entend4r, que

_

tengo

di

ser secutar de lqs leyes

(Borr.)

(e) Comofi,ese "Varon tan entendidoyde tan claro juicio

(Borr.)