Capítulo
l.
1a
ejecucion de las leyes por entónces, hasta que se viere
apoderado en el reyno del Perú, y
el
audiencia asen–
tada, seria más fácil hacer lo que S. M. ·mandaba. Y
el
visorey tuvo aviso/ de las cosas que habian pasado
en el Perú
é
la mucha gente que habia en aquel reyno,
de lo que habia hecho el gobernador Vaca de Castro (8),
é
como estaban muchos tiros de artillería
é
arcabuces
é
pólvora en las ciudades del Cuzco
é
Lima; é le avi–
saron muchos que entrase con sufrimiento é modestia
en el Perú, porque si entraba de otra manera, podria
ser levantarse contra él; porque demas de las armas y
gentes que habia en aquel reyno, cada dia pasaban
muchas, y agora de nuevo iban. Mas él, no mirando
i
estos dichos, dicen que respondia: quél solo con unfi
capa y una espada bastaba para todo el Perú. Y mu–
chos, oyendo sus dichos, adevinaban en lo que habia
de parar; porque viendo que las ordenanzas eran ás–
peras para gente que tan libremente habia vivido como
Jos que estaban en el Perú, y cuán duro les habia de
parecer el yugo tan grande dellas, entendian que se
ponian en arma, pues estaban ya acostumbrados
por
·cosas livianas
á
contender en guerra
(a).
(~)
Casi todo lo que en este capítulo se refiere
á
la conducta del virey
lo suprimió Herrera en
iUS
Décadas,
y
lo que dejó qued.a bastante ate–
·nuado.
/