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de Ja Doctrina de la '/7irtud.

38

e

mundo &c. son mas

oc~lta s

á

los mejor,

y

pide que sin embargo

ojos de los hombres : por donde · de todo esto se . le dé su merecí·

aunque sean de grandísima hon-

do lugar: amonestando que se

ra delante de Dios,

no io

son en zele

y

encomiende con mayor _

el juicio del mundo; porque,co-

deligencia lo que nos consta ser

~

mo dixo el mesmo Señor (a), los de 111-ayor importancia.

hombres ven lo que por

dduera

parece ; mas el Señor mira el

corazon. Conforrµe

á

lo qual

di–

ce

el Apóst9l (b): No

es agra–

dable

á

Dios

el

que solamente

en

lo público es

fid,y

el que publica–

mente trae circuncidada su car–

ne; sino el que en lo interior de

su ánima es fiel,

y

trae circun–

cidado su corazon , no con

cuchiJo de carne , sino con

el

temor

de

Dios : cuya alaban–

.za no es de hombres (que

no

tie–

nen ojos para

ver

esta espiritual

circuncision)

sino solo

Dios.

Pues como estas cosas exteriores

s~an

tan aparentes

y

honrosas,

y

el apetito d_e la honra

y

de la

propia excelt!ncia sea uno de los

mas sutiles

y

mas poderosos ape·

titos

dtl

hombre ,corre gran

pe–

ligro no nos lleve este afecto

á

mirar

y

zelar mas ,aquellas vir–

tudes de que se sigue

mayor hon–

ra, que de las que se sigue me·

nor. Porque al amor de las unas

nos llama el espíritu; mas al de

las otras espíritu

y

carne junta–

mente: la qual es vehementísi–

ma

y

sutillsi ma en todos sus ape·

titos. Y siendo esto asi, hay r.i–

zon para temer no prevn1ezcan

estos dos afectos contra uno,

y

asile corran el c ampo. Contra lo

qual se opone la luz de esta doc·

triaa , que aboga por

la causa

Documento tercero.

P

or

aqui tambien se entende·

que quando alguna vez

acaeciere encontrarse de tal ma.

nera las unas virtudes con las

otras, que

no

se pueda cumplir

juntamente con ambas; que en

tal caso (conforme á la regla

y

órden

que

hay en los mesmos

m~odamientos

de

Dios

quaado

aciertan

á

eaconti'arse)

lugar

lo

menor á

lo

mayor: porque

lo

contrario seria gran desórden

y

perversion. Esto dice

S.

Bt!rnar–

do

en el libro de la dispensacion

por estas palabras : Muchas co–

sas instituyeron ,los Padres para

guarda

y

acrecentamiento de la

cari_dad. Pues todo

el tiempo

que

estas cosas sirvieren á la caridad,

no

se deben alterar ni variar.

Mas si por ventura alguna vez

acertasen á 11erle'contrarias;

i

DO

está claro que seria

1nuy

justo que

las

cosas que se ordenaron

p&ra

la caridad , quando no se com–

padecen con ella ,

ó

se dexasea,

ó

se interrumpiesen , 6 se muda–

sen en otras por autoridad de

aquellCJs

á

quien

esto

incumbe~

Po,-

(a)

x.

Reg.

i6.

(b)

Rom.

2.