de Ja Doctrina de la '/7irtud.
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e
mundo &c. son mas
oc~lta s
á
los mejor,
y
pide que sin embargo
ojos de los hombres : por donde · de todo esto se . le dé su merecí·
aunque sean de grandísima hon-
do lugar: amonestando que se
ra delante de Dios,
no io
son en zele
y
encomiende con mayor _
el juicio del mundo; porque,co-
deligencia lo que nos consta ser
~
mo dixo el mesmo Señor (a), los de 111-ayor importancia.
hombres ven lo que por
dduera
parece ; mas el Señor mira el
corazon. Conforrµe
á
lo qual
di–
ce
el Apóst9l (b): No
es agra–
dable
á
Dios
el
que solamente
en
lo público es
fid,y
el que publica–
mente trae circuncidada su car–
ne; sino el que en lo interior de
su ánima es fiel,
y
trae circun–
cidado su corazon , no con
cuchiJo de carne , sino con
el
temor
de
Dios : cuya alaban–
.za no es de hombres (que
no
tie–
nen ojos para
ver
esta espiritual
circuncision)
sino solo
Dios.
Pues como estas cosas exteriores
s~an
tan aparentes
y
honrosas,
y
el apetito d_e la honra
y
de la
propia excelt!ncia sea uno de los
mas sutiles
y
mas poderosos ape·
titos
dtl
hombre ,corre gran
pe–
ligro no nos lleve este afecto
á
mirar
y
zelar mas ,aquellas vir–
tudes de que se sigue
mayor hon–
ra, que de las que se sigue me·
nor. Porque al amor de las unas
nos llama el espíritu; mas al de
las otras espíritu
y
carne junta–
mente: la qual es vehementísi–
ma
y
sutillsi ma en todos sus ape·
titos. Y siendo esto asi, hay r.i–
zon para temer no prevn1ezcan
estos dos afectos contra uno,
y
asile corran el c ampo. Contra lo
qual se opone la luz de esta doc·
triaa , que aboga por
la causa
Documento tercero.
P
or
aqui tambien se entende·
rá
que quando alguna vez
acaeciere encontrarse de tal ma.
nera las unas virtudes con las
otras, que
no
se pueda cumplir
juntamente con ambas; que en
tal caso (conforme á la regla
y
órden
que
hay en los mesmos
m~odamientos
de
Dios
quaado
aciertan
á
eaconti'arse)
dé
lugar
lo
menor á
lo
mayor: porque
lo
contrario seria gran desórden
y
perversion. Esto dice
S.
Bt!rnar–
do
en el libro de la dispensacion
por estas palabras : Muchas co–
sas instituyeron ,los Padres para
guarda
y
acrecentamiento de la
cari_dad. Pues todo
el tiempo
que
estas cosas sirvieren á la caridad,
no
se deben alterar ni variar.
Mas si por ventura alguna vez
acertasen á 11erle'contrarias;
i
DO
está claro que seria
1nuy
justo que
las
cosas que se ordenaron
p&ra
la caridad , quando no se com–
padecen con ella ,
ó
se dexasea,
ó
se interrumpiesen , 6 se muda–
sen en otras por autoridad de
aquellCJs
á
quien
esto
incumbe~
Po,-
(a)
x.
Reg.
i6.
(b)
Rom.
2.