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tico-·-Estos los que yo confieso uniendome
á
la_ Iglesia ca1()o
lica, apostólica, romana, en cuya comunion esto1; en. esa co·
~
munion de los santos, porque la Iglesia es santa. Maldigo cuan·
to
se halle escrito contra unas verdades que defenderé en vi·
. da y de los que espero en la Gra.cia no separarme hasta
la
muerte.
CAPITULO 21.
SACRAMENTOS, RESURRECCION DE
LA CARNJ1:; nJK.10 UNIVERS&L
1
REMUNERACION.
¿HEMOS
('Onfesado
a
J.
C.1
Confesamos necesariamente
su doctrina. Ei decalogn
fué
el mismo en Adan, en Noe, en
Ahraham, en Moises.
A
e tos primitivos preceptos,· no aña.–
d ió el Salvador Ufla jota. Dictó si, consejos de perfeccion–
(.) los tenemos en el evanjelio.
Instituyó los siete sacramen-'
tos, que reconoce la Iglesia.
Somos rejenerados en el bat,t–
ti smo; fortificados
é
iluminados en Ja
confirmacion; reconci–
liados en la peniten('ia;
nutridos con la eucaristi.a; sostenidos–
en la
fé ;
po
la extrama-unc"on;-ten<1_mos ministros en el or·
den sace1J.Jota ,
y
el matnim nio, antes cóntrato profano-,
I<>'
elevó
a
la cl ru
e
de sacrame to,
y
gran e sacramento usan–
do de la espr
ion del Apost 1--Uno de mis volumenes e!t
dedicado
á
uu asun o, que tanto interesa. Sún las siete puertas–
del temp lo de D10s-ia.s siete luces delgran Candelabro, que
es
J.
C. que con su gracia las enciende.
LA Gracia ¡Misterio oscurisimo! Entre los dos abismos–
cn que se despeñaron Pelogio
y
Calvino; el uno creyendo las
fuerzas naturales suficientes para practicar el bien
y
huir el
mal; el otro dando por inutil nuestro CClncurso para la jus–
tificacion; hay un estrechi simo camino en que se perdierqn
hornhres muy g randes, sabios, virtuosos. La señora Saviné
sentía haber leido
á
San Pablo y
a
San Agustín.
¿Por qué
no se consolaba con
J.
C.1
Desde mis mas tiernos años,
án–
tes de leer ningun Padre de la Iglesia, las escrituras, ni Jos
expositores, me formaba los mismos argumentos, sobre pred s–
tinacion y auxilios, que se hallan en mis pobres obras y de
que enteramente me rt>tracto, sujetandome
á
la letra de lo de–
cidido por el santo concilio de Trento. (,) ¡Ah! cuanto me
[.]
Maht. cap.
5.
[,]
& s.
14
c.
8.