Í86
"'Sin mi,
nada
podels hacer". Las clausulas del concilio
Qui
ex nobis tamquam ex nobis nihil possumus; ea cooperante,- qui nos
confortat, omni.a possumus,
es testo tomado de San Pablo
a
los Philipenses. (.) Todo lo póecfó en el que me sostiene.–
A "
!Os romanos les decia, agobiado con los veementisimos es•
timulos de la carne. [,] · "Quien me librara de este c•1erpo
de muerte, la gra.¿\l de Dios por nuestro Señor
J.
C." Se–
gun la sentencia de muchos, el cuerpo de muerte se tfima por
Ja carne corrompida con los vicios de la concupiscencia. ( ;)
SAN Agustín escl-ibió mucho, y será mui raro el que en
este siglo leyese sus obras.
iLas leerian todas Bayo y J an•
senio? ( : )
Si asi
fué
no son escu;;ables. El hombre iltJstre
----------··------------
[.] 4 3.
[, ]
c.
7 24 25.
( ; ]
Calmet in l. c.
r:
] Losque no se someten
á
las doctrinas de una absolu·
ta
é
indefi.rtida Primacia, son acusados de Jansenismo.
¡Que
relaci
un haye11t1·e unrz
y
otra cuestion?
La
que man los que
siguen un pa1·tido, pnra desacrf!dit r
fJ.
los que sostienen el con–
trario.
¿Habrá
crim~
del g,ue los jenti7es no acusasen á los
catolicos?
¡Qile mucho si n
o s~ res-pet6 por la f qccion al san–
to
de
los santo11! No hay 1
·elaci.one11 fre el tratado de Gracia,
ya decidido p_&r
la
lesia
y a P1i mr,tcia sob1-e la que no te·
nemos ningun canon
en~
(os concilios jenerales: digo de la Pri–
macía como se quiere enfender.
N ing un catolico, ningun racional, que desea ser eteruamen–
te f eliz, segu ira las praposici.ones d(;
Jansenio.
Por mi purte
aseg uro, que las leí con horror: uni mi mezquino voto al de
la siUn upostólica.
Ellas son de tal naturalliza, que los defm·
sores del Obispo de lpres, niegan el heclw, pero no el derecho .
Se escudan, eón no hallarse en los libros de Jansenio las doc·
trin~
de que es acusado.
Jansenio formó el libro
Agustinus
de unos apuntes suelt,os,
que dej 6 Bayo
fJ.
Janson su discipulo, m1estro rle a<¡uel. De–
clinmps prueba en su tratado de la lierejia janseniana, que Jan–
senio bebió las corrompidas aguas del siglo
16
y
17
y
princi–
palmrnte de la obra de Dumolin Dupin.
Las doctrinas de Ba–
yo. en su mnyor parte estaban condenadas
por
l:'io V
y
Grega–
rio XIII.
Sujetó su obm con una carta muy respetuosa
a
Ur–
bano VIII. Durreux, presume, que sobreviviendo, hubiera sido
el p rime1·0
á
subscribi1·
á
las decisiones de la silla apostolica.