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E n esta irtúd todos los Rei-
primeros Concilios g-enerales;
nos Católicos y todos los cano·
eso lo aprendió en los escritos
11il'tas cuentan el Concilio 5.
0
de los protestantes; que el Fa–
Lateranense entre los Ecurué-
pano tenga mas que un prima·
nicos. Luego el Sr. Vidaurrtl
do de honor, esa es una de las
se declara doblemente refracta-
heregías de
los Jansenistas;
rio, ya porque á este Concilio
que todos los Obispos, incluso
Ecuménico lo da por no gene-
el de Roma, hayan tenido en
l'almente reconocido; ya por·
un principio
igual autoridad,
que á cada paso llama al
Con·
eso lo plagió del miserable, he·
ciliábulo de Basilea
(enteramen-
rético
y
cismático informe atri–
te semejante al Latrocinio de_ bnido
á
Solís; que el gobierno
Efeso) el Santo Concilio de
de la Iglesia no sea monarqui·
Basilea, á pesar de la decision
co, eso es del Apóstata Marco
del Concilio de Letran,
y
de ha-
Aptonio de
Dominis.;
pero que
berlo borrado del catalogo de
no hayan dado decretos en do–
los Concilios .el Sr. Panlo V.
ce sig·los, eso es origiualísimo
en
~u
Coleccion auténtica. ¡Qué
drl Sr. Vidaurre.-Con que en
tal estudiantazo es nuestro Sr.. resumirlas cuentas la cabeza
Vidaurre!
·
visible de la Iglesia universal
D ecretos de los Papas.
Sigamos 1·evisanc1o el jardín
de flores raras que ofrecen los
llamados Prolegómenos. En la
pag.
94,
lin. 3.
~el
autor asi en–
ta: ''Que en los doce primeros
,siglos no hubo decretos de los
,,Pontífices,
y
que esto es pro–
,piamente un asunto históri–
,co.n Una y otra véz me he
limpiado los ojos, creyendo que
seria mas fácil engauarme, que
l eer lo que leía.
¿Qué? Toda–
-vi a le parecía poca travesura
negar que los Papas habían
convocado y confirmado los
ocho primeros Concilios gene·
rales, y ahora se avanza
a
negar
qne hayan heeho
decreto~
hasta
el siglo
12?
V aya qua estó sí
es haber penlido el juicio. Que
'U
e haya_n confirmado los ocho
desde S. Pedro hasta S. Grego·
rio VIT, durmió en nn profundo
letargo, mientras que todo el
cuerpo no eesaba de mo,' erse
y
de obrar: con que ese finjo de
recursos qne de todas las
pro~
·dncias del mundo, se ve fluir
sin interrupcion ácia Roma,
y
ese reflujo de rescriptos, de de–
cretales, de leyes que vuelv.e
desde Roma en tortas direccio–
nes, no ha sirlo mas que una.
ilusion fantastica: con que esa.
como presencia real del Papa
en todos los puntos de la Cris–
tiandad, segun ·la bella espre.
sion de Maistre,
y
que la his.
toria hasta en sus índices hacQ
sensible, no es mas que la obra
de
M P-rcatm·,
ó
el mercader ,d'e
mentiras: en fin, con. que
el
mundo cristiano desde su cun¡;t
protestante por sistema
y
de–
hecho, . gozaba tranquilo de
1
la