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,,pe
z~l
P''Oleccio t
'
la rZefe nsa, la
e a barahunda que ha dado
,,cjecucion
de los
cánones,
y
rle
ocasion a la cita ele este pa aje?
, Las 1·eg l&s eclesiásti cas.
P oli .
E te esp·itor, temerario ha.s-.
,tica lib.
7.
0
proposicion
l O
ta
el
grado que no es decible,
,,y
ll.''
d espues de haber hecho
a
N.
Luego segun Bossuet, en el
S.
J.
C.
y
á
los
Apóstoles~·
<\.
antiguo testamento, lejos de
que
los
SS.
Padres maestros
de
los Reyes
de
J
udá
decidi er an
lel culto esterao, (dos en con–
t ra)
cuidaban de p>oner
uuu
b arrera. entre
los
derechos del
Sacerdocio,
y,
los· clerechos
n~a~
l es restringidos á las cosas
ei–
;•iJes;
y
velaban en que los mi–
nistros de lo uno, no atentaran
sobre las funciones de lo otro.
Luege segua Bossuet, en el
nuevo testamento las cosas san–
tas reserv a.das al órden Sacer–
dotal,
y
las civiles
á
los Prín–
cipes, están mas claramente
distinguidas.
Luego segun Bossue t, es co-·
sa fuera de duda en la hi.sto–
riú, que los principes cristia–
nos han sido los primeros en
someterse
á
las decisiones ecl e–
s iasticas.
Luego segun Ba.ssuet, en los
negocios eclesiasticos aun de
discipiina el poder real lejos de
marchar
el
·primero,
no hace
mas que
favorecer
y
servir.
¿Qnien sabe mas de
histo–
ria
sagrada, ele los derechos
eclesiásticos
y
rea1cs, de dis–
-ciplina,
·y
de capitulares, un
Obispo tal como llossnet,
ó
un
Abogado tal como el Sr. Yi–
daurre? Digamos mejor; qui en
entiende·y cita. con mas fideli–
dad la Escritura.
y
la
hi storia
.el Sr. Bossuet en estas pocas
lineas
ó
el Sr. \ idamre · en
una solemuisima beregia, como
ll ev amos notado en el primer
punto de este . capitulo, couti–
núa sobre el segundo de que
ac tualmente nos ocupamos, di·
ci enclo en
la
pag.
168 lin. 2.
~
n
El
Seiwr que sabia que la Re·
,,ll gion Católica h abia de ser
.,recibida por las naciones ;
, 1
quiso,
que
á
los
principes
se–
, culares correspondiese
lo
e~
,,terno de ella,
y
su·
poLicza.''
¿Puede darse arrojo mas aurlaz ,
que,
si endo una h eregia ya
condenarla, decir,
que,lo
ester–
no de
la
1·eligion
y
su poli–
cia,
p ertenece
á
los príncipes
seculares, como lo mostraré al
terminar-este capitulo, Id. atri–
buya posüi"an1ente al mismo
N . S.
J.
C.? ¿A quien no hara
here ticar, cuando lo hace con
el
Salvador, sus Apóstoles
y
los
Padres? ¿Q ue mucho, sean pa–
ra él como un trapo sucio to–
.dos los Romanos Pontífices?
¿Diga enquetesto del E''an–
gelio nuestro
St>ñór
ordenó
á
sus Apóstoles
y
rsns sucesores,
que
pasados
los dias de sus
combates con los cesares ido·
latras, tan luego c·omo entra–
ran los reyes
á
ser hijos de la
l glesia, partieran con ellos el
poder de las llaves,
y
l0s de –
jaran lo externo de la religion
y
.s u p olicia? ¿No es al contra-