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( 91 )

,,pe

z~l

P''Oleccio t

'

la rZefe nsa, la

e a barahunda que ha dado

,,cjecucion

de los

cánones,

y

rle

ocasion a la cita ele este pa aje?

, Las 1·eg l&s eclesiásti cas.

P oli .

E te esp·itor, temerario ha.s-.

,tica lib.

7.

0

proposicion

l O

ta

el

grado que no es decible,

,,y

ll.''

d espues de haber hecho

a

N.

Luego segun Bossuet, en el

S.

J.

C.

y

á

los

Apóstoles~·

<\.

antiguo testamento, lejos de

que

los

SS.

Padres maestros

de

los Reyes

de

J

udá

decidi er an

lel culto esterao, (dos en con–

t ra)

cuidaban de p>oner

uuu

b arrera. entre

los

derechos del

Sacerdocio,

y,

los· clerechos

n~a~

l es restringidos á las cosas

ei–

;•iJes;

y

velaban en que los mi–

nistros de lo uno, no atentaran

sobre las funciones de lo otro.

Luege segua Bossuet, en el

nuevo testamento las cosas san–

tas reserv a.das al órden Sacer–

dotal,

y

las civiles

á

los Prín–

cipes, están mas claramente

distinguidas.

Luego segun Bossue t, es co-·

sa fuera de duda en la hi.sto–

riú, que los principes cristia–

nos han sido los primeros en

someterse

á

las decisiones ecl e–

s iasticas.

Luego segun Ba.ssuet, en los

negocios eclesiasticos aun de

discipiina el poder real lejos de

marchar

el

·primero,

no hace

mas que

favorecer

y

servir.

¿Qnien sabe mas de

histo–

ria

sagrada, ele los derechos

eclesiásticos

y

rea1cs, de dis–

-ciplina,

·y

de capitulares, un

Obispo tal como llossnet,

ó

un

Abogado tal como el Sr. Yi–

daurre? Digamos mejor; qui en

entiende·y cita. con mas fideli–

dad la Escritura.

y

la

hi storia

.el Sr. Bossuet en estas pocas

lineas

ó

el Sr. \ idamre · en

una solemuisima beregia, como

ll ev amos notado en el primer

punto de este . capitulo, couti–

núa sobre el segundo de que

ac tualmente nos ocupamos, di·

ci enclo en

la

pag.

168 lin. 2.

~

n

El

Seiwr que sabia que la Re·

,,ll gion Católica h abia de ser

.,recibida por las naciones ;

, 1

quiso,

que

á

los

principes

se–

, culares correspondiese

lo

e~

,,terno de ella,

y

su·

poLicza.''

¿Puede darse arrojo mas aurlaz ,

que,

si endo una h eregia ya

condenarla, decir,

que,lo

ester–

no de

la

1·eligion

y

su poli–

cia,

p ertenece

á

los príncipes

seculares, como lo mostraré al

terminar-este capitulo, Id. atri–

buya posüi"an1ente al mismo

N . S.

J.

C.? ¿A quien no hara

here ticar, cuando lo hace con

el

Salvador, sus Apóstoles

y

los

Padres? ¿Q ue mucho, sean pa–

ra él como un trapo sucio to–

.dos los Romanos Pontífices?

¿Diga enquetesto del E''an–

gelio nuestro

St>ñór

ordenó

á

sus Apóstoles

y

rsns sucesores,

que

pasados

los dias de sus

combates con los cesares ido·

latras, tan luego c·omo entra–

ran los reyes

á

ser hijos de la

l glesia, partieran con ellos el

poder de las llaves,

y

l0s de –

jaran lo externo de la religion

y

.s u p olicia? ¿No es al contra-