CAPÍTULO FINAL
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i
castigar los fraudes que hubieren cometido en los rejis–
tros;
Que nombrando los jueces ordinarios depositario de
bienes a algun familiar, le pudiesen compeler a dar
cuent~
de ellos
i
castigarle siendo inobediente;
Que los
comisario~
no diesen mandamiento contra las
, justicias ni otras personas, si no fuese por causas de fe; i
que los mismos i familiares no gozasen del fuero de inqui–
cion en los delitos que
hubi~ren
cometido ántes de ser
admitidos en los tales· oficios;
Que en adelante no prlohibiesen a ningun navío o per–
sona salir de los puertos aunque no tuviesen licencia de la
lnquisicion;
· Que no prendiesen a los algua9iles reales sino en casos
graves i notorios en que se hubiesen excedido contra el
Santo Oficio;
Que sucediendo por testamento algun ministro o de–
pendiente de la Inquisicion en bienes litijiosos, no se lle–
vasen a ella los pleitos emanados de esta causa;
Que cuando algunos fuesen presos por el Santo Oficio
no diesen los Inquisidores mandamiento contra las justi–
cias para que sobreseyesen en los pleitos
qu~
aquellos tu–
viesen pendientes;
Que tuviesen cuidado de nombrar por familiares a per–
sonas quietas, de buena vida i ejemplo, i que cuando
elijieren por calificador a algun relijioso no impidiesen a
sus prelados trasladarle a otra parte;
Que los familiares que tuviesen oficios públicos i delin–
quieren en ellos o
estuvie~en
amancebados, no fuesen
amparados por los Inquisidores;
Que los Inquisidores no procediesen con censuras contra
el Virei por ningun caso de competencia, etc.
Si la circunstancia sola de haberse dictado este código
está manifestando que obedecia a una necesidad, deduci–
da de los hechos, es fácil reconocer que los que en este
órden sirvieron indudablemente de base, fueron los mis–
mos de que hemos ido dando cuenta en el curso de este
libro. Desde la primera hasta la última de sus disposicio–
nes caben como dentro de un marco dentro de los abusos
cometidos por los Inquisidores, que, paso a paso, hemos ido