CAPÍTULO XXYI
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nEl dia dieziocho, don Andrés de Muguruza, con las
mismas insignias y tren que se acabó de expressar, publi–
có a
voz
de pregonero en todas las calles acostumbradas
el pregon, que es del tenor que se sigue:
''Manda el Santo Oficio de la I nq1};is1:cion, que ningu–
na persona de qualquier estado, calidad o condicion que
sea, pueda detenerse en coche, caleza ni caballe?"Ía, ni
que embaraze con mesas, ni escaños el centro de las ca–
lles que co?"ren desde la lnquisicion a la iglesia de San–
to Do,m?:ngo, ni a,traviese la procession en parte alg1.1;na
a la ida ni
a
la vuelta,mañana diez y
~ue1)e
del corriente
en que ha de celebrar auto particular de Fé. Y tam,bien
que ni en dicho dia, ni en el de los azotes sea osado al–
guno a tir-ar a los reos 1nanzanas, piedtt·as, naranJas ni
Ot1"a
OOSa
alguna: pena de cien pesos ensayados, siendo
español el que cont?"aviniere, y de d·iez pesos
y
quatro
días de cárcel, con las dernas que tuviere por convenien–
tes, siendo de otra casta.
"Cumplidas estas prevenciones, con la for1nalidad y
circunspeccion con que el Santo .Tribuna,! solemniza sus
hechos, llegó el dia diez y nueve, que se destinó para la
celebridad del auto. La curiosidad que siempre madruga,
en esta ocasion parece que veló. No habia calle donde
ántes del amanecer no se viesse el numeroso concurso de
las gentes que se encaminaban a la iglesia de Santo Do–
mingo, plaza ma:yor y casas del Tribunal. En las cercanías
de los vecinos pueblos tambien fué grande la tropelía de
los que atrahidos de la novedad, se conduxeron a esta cor–
te. En ménos de tres botas ocuparon las calles por donde
se babia de encaminar la procesion mas de treynta mil
personas de todo sexo. Y a no haber los soldados que
guardaban las bocas-calles, observado puntualmente el
órden que se les dió para desembarazar el passo, se hubie–
ra hecho inaccesible el tránsito a causa de la confusion de
1os que entraban
y
salian.
11Serian ya como las siete
y
media de la mañana, quan–
do los títulos, mayorazgos
y
caballeros de las órdenes rni–
litares, vestidos todos de gala
y
honrosamente decorados,
con las insignias de venera
y
hábito del Santo Oficio,
ocurrieron a la casa de en medio del Tribunal, para acom-
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