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CAPÍTULO XXVI
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y
comissario del Santo Oficio, quien, acabada la epístola,
suspendió el sagrado sacrificio y tomó asiento en · una si–
lla de terciopelo violado que estaba en el presbiterio, al
lado de la epístola, de cara hácia los señores Inquisidores.
Y
he~ha
con la campanilla segunda señal, subió al púlpi–
to don Joseph de Arezcurenaga, que volviéndose al
pue~
blo dixo:
alzad todos las manos
y
cada uno de los cir-
cunstantes haga el Juramento.
..... .
. . . . . . "Concluida la lectura de la constitucion, que
es contra los que pretenden embarazar e intentan impe–
dir la jurisdiccion del Santo Tribunal, cuyo original lati–
no comienza con las singulares palabras
Si de protegendis,
se procedió a la lectura de las causas
y
sentencias, que en
el púlpito los ministros que se habian deputado para este _
fin leyeron, guardando la órden que se sigue.
"Bernabé Morillo, alias Otarola, negro, nativo del puer–
to del Callao, dos leguas de Lima, de cuarenta años de
edad, de estado soltero, de exercio grumete, que por los
delitos de supersticion y apostasía ya habia sido peniten–
ciado por este Santo Tribunal, en el auto general de fe
que J!Or los años de
1736
celebró a
23
de diciembre, en
la plaza mayor. Salió al auto con hábito penitencial de
media aspa, por herege, idólatra y apóstata,
y
estando
en forma de penitente, confesso y contrito, se le leyó su
sentencia con méritos, abjuró
de vehementi,
y siendo ab–
suelto
ad cautelam,
gravemente reprendido, conminado
y particularmente advertido de sus errores, fué condena–
do a cárcel perpetua
y
a que el ·dia siguiente, desnudo de
ineclio cuerpo, saliese en mula de albarda y se le diessen
doscientos azotes por las calles públicas
y
acostumbradas;
fueron sus padrinos don Joseph Bravo de Castilla
y
don
Felipe Colmenares.
"Juan J oseph Meneses, esclavo, de casta zambo, natu–
ral de Lima, de edad de veinte años, de estado soltero y
de oficio ollero
y
entintador de imprentas, salió al auto
con insignias de sortilegio, superstieioso y blasfemo;
y
es–
tando en forma de penitente
y
con soga de dos nudos al
cuello, se le leyó su sentencia con méritos; abjuró
de levi,
fué absuelto
ad cautelam,
y condenado a que el dia siguien–
te al auto le diesen doscientos azotes por las calles
pública~ ·