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CAPÍTULO XXII
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para un auto
~e
fe, que tuvo lugar en la iglesia de Santo Do..
mingo el
16
de marzo de
1693,
con las personas siguientes:
María de Castro Barreto, zamba, guayaquileña, de trein–
ta i seis años, cocinera i vendedora de nieve, que se daba
a las supersticiones derivadas del uso' de la coca. Por
los males inmundos de que adulecia se escapó del tor–
mento a que fué votada, pero no de los doscientos azotes
que se le aplicaron par las calles, a voz de pregonero.
Matías de Aybar Morales, de treinta años, domador de
mulas, por haber contraído ·cuatro veces matrimorlio; Pe–
dro Martin de Alarcon, Benito de Campos i Josefa Rosa,
alias Chepa Manteca, por causa semejante.
Antonio Fernandez Velarde, que fué remitido de Chile.
Melchor de Aránibar, de solo diezinueve años de edad,
que se decía haber celebrado pacto con el diablo en el
Cuzco i que llevado al Tribunal ofreció a los jueces que les
baria algunas pruebas de mano, lo que verificó con gran
espanto de aquellos, por lo cual le mandaron aplicar cien
azotes.
Francisco de Benavides, por sortílego, Juan Alejo Ro–
mero, mestizo, Lorenzo de Valderrama i doña Ines de Pe–
ñ,ailillo, por lo nlÍsmo.
Juan Francisco de la Rosa, mulato, por blasfemias he–
reticales, i Petronila de Guevara, que ya babia salido en
auto público anteriormente
i
que fué de nuevo castigada
por hechicera, sortílega, supersticiosa i embustera.
Anjela de Olivitos i Esquibel, llan1ada tambien la her–
mana Anjela de Cristo, soltera, de veintiseis años, limeña,
cuarterona de mestiza, costurera, que vivia en casa de
eiqrto hombre casado con quien entró al fin en malas re–
laciones i en cuya casa habia sido recojida por el crédito
que tenia de virtuosa i sierva de Dios. Quejábase de ulas
esterilidades" que padecía, referia los éxtasis que esperi–
mentaba, i contaba que la asistían dos ánjeles de guardia,
que tenia el completo uso de su razon desde la edad de
seis años, i que en ese entónces la deBpertó uno de sus
ánjeles
dicié~dole
que se levantase del lecho en que se ha–
llaba para adorar a Dios, pasando desde ese dia en vela dos
horas de la noche; i que sufriendo, desde los siete, estí-
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1nulos de los sentidos, se le babia aparecido Santo Tomas
TOMO 11
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