CAPÍTULO
XXII
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teis, por la primera misa que oisteis, que me traigais a
fulano."
Sabina Junco, cuarterona de mulata, limeña de veinte
años, por hechicera, fué reclusa por dos años; María de
Soria, mestiza, de Guancavelica, por doble matrimonio;
María Gomez, . por testigo falso en una informacion de
soltería; Petrona Arias, natural de Andaguailas, casada,
por hechicera.
.
.Fr. Antonio de San
,J
erman, napolitano, lego de San
Francisco, procesado por embustero, que finjiendo virtud
i revelaciones i comunicacion con su ánjel ele guarda,
predecía el porvenir, con lo cnal adquiría dineros que gas–
taba algunas veces en usos torpes i deshonestos.
Antonio Novoa de las Marinas, clérigo, limeño, de cin–
cuenta i ocho años, porque acostumbraba decir dos misas
en un mismo dia; Francisca de Herrera, ·alias la pastora,
de Oruro, de cuarenta años, por supersticiosa i hechicera;
, Francisca de Urriola, mulata esclava, guatemalteca, por
lo :rpismo; Miguel lTrgiles, mozo soltero, de Riobamba,
porque tocando la guitarra hacia bailar un huevo i que se
levantase del suelo hasta la altura de su cabeza; Josefa de
Llanos, mestiza, de Cajamarca, por
super::~ticiones;
Mag–
dalena de Ueles, 1nulata esclava, de Quito, por haber pro–
ferido ciertas palabras de desespera.cion.
Ines Dávila Falcon, vecina de Lima, por casarse tres
veces; ...t\gustin Poblete, natural de Potosí, sacerdote, es–
pulso de Santo Domingo, denunciado de que tenia la cos–
tumbre de n1ascar coca i tomar la yerba que llaman del
Paraguai hasta mui tarde de la noche: fué desterrado a
Chile por ocho años.
Francisco Duran .Martel, diácono, natural de Guánuco,
por haber celebrado nlÍsa; Juan l\1.anuel de los Ríos, que
por medio de sortilejios prometía a los hombres los favo–
res de sus amigas; i Susana, negra de casta del Congo,
que se casó primero en Chile
i
despues en Lima.
Durante este tiempo . no se habia, ofrecido mas reo de
ünportancia que Antonio de Campos, que había sido pre–
so por sostener ciertas proposiciones heréticas i que por
mantenerse pertinaz en ellas habia sido condenado a rela–
jar. Tropezaban, sin embargo, para ello los Inquisidores