CAPÍTULO XX
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ganado: compró el oficio de ca.pellan mayor del duque de
Orliens, en diez mil pesos, tenia de renta ochocientos, co–
mida y otros provechos,
y
le decia missa
y
a veces le con–
fessaba y le entretenía refiriéndole de las dichas tierras,
tratándole de las plantas que tenia en su jardin, de las
mas provincias del mundo: es Orliens como Madrid, trein–
ta leguas de Paris, y le asistió seis años,
y
con la ayuda
del Duque consiguió buleto para curar, y le significó el
designio que tenia de fundar una Academia francesa para
enseñar en lengua vulgar de Francia la philosofía, nla–
temátiea, artes liberales y los exercicios necessarios para
los caballeros, de esgrimir, subir a caballo, jugar las armas
y
todo lo militar, para bien de los hidalgos franceses y es–
trangeros que van a aquel reyno de el de Suecia, Polonia,
Alemania, Inglaterra, Flandes
y
otras partes, como se en–
seña en otros reynos, en el tiempo antiguo en Grecia, en
los árabes, en Roma, en sus lenguas vulgares, con que Flo–
rencia, mas que otros el reyno de Francia,
y
aunque pa–
reció bien al Duque
y
al Consejo de Estado, donde lo pro–
puso, no hubo efecto para fundar las cátedras y escuelas.
En este tiempo el cardenal Rocheleu alcanzó del rey para
fundar y tener una ciudad en un pueblo
y
castillo fuerte,
donde nació, de su patrimonio, nombrado Rochileu, en
que conservaba su antigua nobleza, está en medio de Fran–
cia, sesenta leguas de Paris; y en su obsequio, cien gran–
des y príncipes de Franeia fundaron cien palacios en la
nueva ciudad, que hoy poseen los duques de Rochileu,
sus herederos; propuso éste su Academia al dicho Carde–
nal en la nueva ciudad, para grandeza de ella, y el carde–
nal lloró de contento y alcanzó del rey que una abadía
de treinta mil ducados de renta se aplicase para los gas–
tos de la Academia, y embió
a.
Roma por la confirmacion,
y
aunque se opusieron a ello los rnonjes benitos, vino un
consejero de Estado y puso en posesion a los catedráticos,
y
a éste por director y intendente de la Academia, y se
comenzó a ensef1ar en la lengua vulgar; pusiéronse en las
caballerizas cinquenta caballos de la Andalucía y Barba–
ría, y el primer año hubo doscientos caballeros estudian–
tes que reconocieron la utilidad y el tiempo que perdieron
en estudiar la lengua latina; el segundo año hubo cuatro-