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CAPÍTULO XX

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despues a Argel, como Sevilla, y a Túnez, tambien como

Sevilla: allí se arrimó éste a unos armenios,

y

juntas tres–

cientas personas por

1~

seguridad de los caminos, camina–

ron a Etiopía, mas de doscientas leguas, en Dacan, corte del

Preste Juan, como Madrid: es cisn1ástico,

y

tiene mas de

cinquenta mugeres,

y

los clérigos y fray les son todos ca–

sados, dicen n1issa en lengua hebrea

y

caldaica, reconocen

al patriarca de Alexandría, señor soberano, con mas de cin–

quenta reynos, conoeen a la

Santísim<:~

Trinidad, a Cristo

Nuestro Señor

y

a su 1\iadre, tienen el ev,angelio de Santo

Tome; pero luego confunden la fé co decir que aunque

obren mal se salvan por los méritos de Ohristo, con otras he–

jias: allí curó dos años, y pasó dos jornadas para ver la maior

maravilla del mundo, que es el monte Amara, que es de

peña cortada en redondo, tersa como jaspe, media legua

de alto, y de circunferencia como de treinta a cuarenta

leguas; no hay mas subida que una escalera como caracol

por lo interior de la peña, labrada a martillo, la qual

puerta guardan cuatrocientos ·hombres, de mas de otros

quatro mil en la parte alta; tiene los mas hermosos árbo-··

les, frutas y jéneros,

y

pájaros del mundo: caudalosos ria–

chuelos qne se despeñan desde aquello alto, dexando dos–

cientos pasos de hueco; allí está el tesoro del Preste Juan,

1nuchqs palacios,

y

su entierro en un convento de dos mil

monjas basilios: hecho de una sola piedra en todo él en

contorno, labrado con pico y

~scoplo,

y diferentes pala-

cios donde están los hijos del Rey, detenidos porque no

se levanten con el reyno, y en muriendo el rey, traen el

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~

n1ayor a reynar

y

los demas viven allí con sus fan1ilias

hasta morir; dicen haber sido este sitio donde Adan fué

criado. Passado un año, se fué a la isla de Gormas, que

fué de :Españ.a, y ahora del persiano;

ent~ó

en Arabia, tie–

rra del turco, siendo en todas partes bien recibido, porque

no tienen médicos y él los curaba,

y

se apartó del dicho

monte Áma;ra, que está debajo de la línea del sol, a la sa–

lida de Etiopía, tierra de Africa; se embarcó en el mar

Bermejo, y aunque corrió por la Arabia, no le permitie–

ron llegar treinta leguas en contorno de la ciudad de Me–

ca, donde está el entierro de Mahoma, como ni a los de–

mas christianos, por indignos de pisar aquella tierra, sino

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