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LA INQUISICION DE LIMA
del Altar i le recibiesen, el mismo Sacramento les limpia–
ba, en cuya causa se sobreseyó por no descubrirse n1ali–
cia en el reo.
En carta de
11
de octubre de
1648
anunciaba al Con–
sejo Juan de Izaguirre, secretario del Tribunal, que no
existía en las cárceles otro reo que Manuel Henriquez.
En efecto, Juan Fernandez Darraña, gallego, carpintero,
procesado porque aconsejaba a los indios recien bautiza–
dos que no fuesen a misa, había sido mandado poner en
libertad; Diego Perez Mosquera, presbítero, espulso de la
Orden de S. Agustín, acusado de haber dicho que el áni–
ma de San Ignacio estaba en los infiernos, i que si él qui–
siera, pudiera hacer a la Iglesia mas daño que Lutero, por
lo cual había sido reducido a prision en Oruro, fué conde–
nado a abjurar
de levi
i a una reclusion de seis meses; i
los reos restantes, que eran Agustín de Toledo i Luis de
la Barreda, que habían sido remitidos de Chile, estaban
ya despachados..
En
1651
fueron castigados por doble matrimonio, Juan
Bautista, mestizo, de los Yauyos,
i
Juan Toribio Lara,
mulato, del Callao.
Desde
1655
hasta
1660,
Lorenzo Sanchez, zapatero, de
Cuenca, Gaspar Henriquez i Juan Perez, que murió en el
hospital, tambien por bígamos; Cristóbal de Toro, de Gua–
manga:, blasfemo i que habia ademas abusado de sus dos
hijas, salió a la sala de audiencia, en forma de penitente, con
coroza i soga a la garganta
i
mordaza en la lengua, i lle–
vando puestas las insignias, se le dieron doscientos azotes
por las calles.
Fr. Francisco Vasquez, natural de Quito, lego de San
Agustín, que dijo misa, abjuró
de vehementi,
recibió azo–
tes i fué destinado a galeraH; i Alfonso Dominguez de Vi–
llafaña, tambien lego, ·preso por idéntica causa, recibió
igual pena, sin los azotes, que le fueron remitidos.
Rafael Vanegas, jesuita del colejio de Santiago de. Chi–
le, por solicitante.
Ines de Córdoba, en
3
de marzo de
1660
fué condenada
a salir en hábito de penitente, con coroza, vela
i
soga, ab–
juró
de levi
i
se le aplicaron cien azotes; Antonia Abarca,