CAPiTULO XVIII
111
don Antonjo de Castro,
y
de tratar .con su Excelenci.a lo
que eonviniesRe,
y
todos los señores clavan licencias escri–
tas, sin las cuales ninguno era permitido en el tablado.
11Del Palacio se hizo un passadizo por .la }!arte que mira...
ba a la plaza, estaba cubierto con celosías,
y
por la otra,
aforrado con tablas, tenia
18
varas de largo,
y
dos de an–
cho; cortóse un paño del balcon de la esquina de palacio,
y
desde él al plap del passacl.izo, se bajava por trece gra:–
das, divididas en tres partes. J_ja 'primera de siete y las
dos de tres cada una, puestas a trechos, para decender
y
subir con toda facilidad; parecia un hermosísimo balcon o
galería que dava adorno a los tablados.
· .
nDel principal al cadahalso de los reos, estava una crujía
de veinte varas de largo
y
tres de ancho, cercada de varan–
das, como el tablado y cadahalso. Este era de la mesma
lonjitud que .el tablado principal, pero de ancho no tenia
mas que nueve varas. En él abia seis gradas, cada una de
do~
tercias de alto. La primera tenia
36
piés de largo la
2.
a
3-2,
la
3.
a
2.8,
]a
4.
a
24,
la
5.
a
20,
la
6.
a,
que fué assien–
to para los
relajado~,
tenia
8,
y
en el plan se pusieron
muchos bancos rasos, que despues ocupó gente honrada
de la ciudad. Encima de la última grada estaba la media
n~ranja,
que formaban tres figuras de .horrendos demo–
nios.
,,En el vaeío que avia del tablado al cadahalso, por un la–
do)y otro de la cruxia, se levantaron dos tablados mas baxos
que el principal vara
y
media, tenían ambos quarenta y
r
siete varas
de
largo
y
veinte de ancho: destas quedaron
veinte varas, diez en cada uno, para las familias de los se–
ñores de la Real Audiencia
y
nlinistros del Santo Oficio,
y de los caballeros principales,
y
lo restante, el uno a car·
go de Bartolomé Calderon, maestro de esta obra, de que
le hizo gracia la Inquisicion . para que se aprovechasse,
por quanto avia hecho estos dos tablados a su costa,
y ·
para decir la grandeza
y
sumptuosidad · dellos
y -
gran
nún1ero de gente que huvo, baste decir que se subió a
ellos por veinte
y
una escaleras, catorce de adobes? y la
una tan grande que se gastaron dos mil adobes en
~.lla,
y
cuando se desvarataba parecía ruina de una torre, y las ·
siete de madera con sus caxas,
y
debaxo, para comer algu-