CAPiTULO II
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les." Añadía que su autoridad episcopal era tan poco
respetada que el último dia de ynocentes, estando en com–
pañía de un canónigo, había entrado a su morada cierto
vecino, 11tan desatinado porque a una india suya habia
puesto en libertad para que se casase, y se casó, que, se–
gun pareció, él venia a me matar e afrontar, porque echó
nuu1o a la espada; y deste jaez, manifestaba, me hacen
cada dia cosas que sin lágrimas no se pueden contar, por–
que no soy dueño de dar órden en la adn1inistracion de
sacran1entos, ni en la doctrina, que luego no me vayan a
la mano."
Desde el otro estremo del vireinato, el licenciado Mar–
tinez escribía., a su vez, al Consejo de Inquisicion, que 11en
estos reinos del Perú es tanta la licencia para los vicios
y pecados que si Dios nuestro Señor no envía algun reme–
dio, estamos con temor no vengan estas provincias a ser
peores que las de Alemaña .... Y todo lo que digo está
probado, y atrévome a decir con el acatamiento que debo,
considerando las cosas pasadas y presentes, que enviando
Dios nuestro señor a estos reynos jueces del Santo Oficio,
no se acabarán de ·concluir los muchos negocios que hay
hasta el dia del j uizio
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Antes del establecimiento del Tribunal en Lima, los
09ispos i sus vicarios, en su carácter de inquisidores or–
dinarios, sin embargo, habían fulminado i seguian trami–
tando algunos procesos, i en verdad que su número no
distaba .mucho de ser tan abultado como lo pintaba Mar–
tinez, que por aquel entónces era vicario jeneral de las
provincias del Tucuman,
J
uríes i Diaguitas.
Entre los penitenciados se contaba a Vasco Suarez, na–
tural de Avila i vecino de Guamanga, castigado a reclu–
sion i penas pecuniarias por el Provisor del Cuzco en sede
vacante, en
1564,
por haber dicho de cierto rei de Ingla–
terra, primero luterano i despues católico, que
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para lo
de Dios habia hecho bien y para lo del mundo mal." Por
el mismo funcionario habían sido tambien procesados el
bachiller Antonio Rernandez, clérigo, natural de Pedroso,
4.
Carta
al licenciado Espinosa, Los Charcas, 23 de diciembre de
¡567.