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CAPÍTULO I

7

creían ya 11perdidos, '' cuando acertó a llegar el oidor Barros

de Panamá que les hizo entregar dos mil pesos de lo de–

positado de particulares, para que continuasen el viaje.

14

11Agravio se nos hizo muy grande, decía con este n1otivo

el licenciado Alcedo, en no nos mandar dar n1ás en Sevilla,

y más eri hacernos venir a nuestra cuenta y costa, con que

si nos lo dijeran al principio, no diéramos el sí con tanta

liberalidad, como yo le dí. 11

·

Luego se supo allí cual era la mision que traian, i se–

gun testimonio de Arrieta, aunque 11 se tomaba con gran

voluntad el sancto oficio de la Inquisicion, he entendido de

algunos relijiosos, en especial agustinos, que por una par–

te les parece bien i por otra no lo querrian, 'por la mucha

libertad que en estas partes tienen." 11Por nhora se entien–

de, añadia Alcedo, que todos se han holgado mucho con

la merced tan grande que

U.

S. (el Inquisidor Jeneral)

ha hecho a este nuevo n1undo, en inviar a él el Santo

Oficio de la Inquisicion, a lo ménos la gente comun así lo

dice y da a entender;

y

segun se va descubriendo, no

faltará que hacer, que ya yo tengo relacion de algunos

herejes y relapsos que dicen están presos en a]gunas ciu–

dades del Perú por los Ordinarios. 11

Allí misn1o, por lo demas, comenzaron a ej creer su

ministerio, recibiendo informacion contra un Baptista,

estranjero, residente en la Plata, que estaba

reconcilia~lo

i

en cárcel perpetua por el Ordinario, segun . luego lo

sabremos, por cosas de la secta luterana, 11en especial

porque dijo que no se había de rogar a los santos, ni

ellos podian interceder por nosotros, 11

i que despues

habia tornado a reincidir. Sentenciaron a Martín RoJ11e–

ro, vecino de Gibraltar, manco, que habia estado preso

en Berbería dieziseis años, en tres ocasiones, que en una

~

14.

Carta

de Arrieta, de 26 de junio de 1569. A poco se consolaba éste

pidiendo «una poquilla de renta que acá vacó,))

i

poco ántes, que se le

concediese una canonjía que había quedado vaca en el Cuzco por

muerte de un Antonio Gonzulez.

En este mismo documento le insinuaba al Inquisidor jeneral ·que

«en lo del receptor de Lima dicen hai hombres ricos de quien se po–

drá echar mano,

y

por ahora paresce convendrá que sea hombre de

gruesa hacienda para que con ella pueda socorrer a la Inquisicion

y

sus gastos, cuando en alguna necesidad se viere.»