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226

LA INQUISICION DE LIMA

efecto,

y

poniéndole la culpa, que no tenia, del apartamien–

to de la dicha su muger, conformados como mejor se pu–

diesse

y

hacerle qu'e la llevasse consigo a Guamanga, sa–

tisfecho que qualquier cosa se podria acabar con él sin

dificultad,

y

así le escreví que luego viniesse a esta ciudad,

y él me respondió que estaba viejo impedidoy pobre y de

manera que no lo podia hacer, por una ca:rta cuio traslado

embio a

vuest~a

n1agestad, ·y entendido que era verdad

todo lo que decia y pareciéndome que no quedava otro

rnedio para remediar este negocio, sino que su muger se

fuesse para él, le embié a decir y rogar que lo hiciesse, con

el presentado fray Antonio de la Peña, de la órden de

sancto Domingo, con quien yo me confessava, y que pu–

blicasse qu_e ella se movia a hacerlo de caridad y por el .

tiempo sancto en que estávamos, que

e~a

quaresma, para

curar y regalar a su marido y enterrarle muriendo ántes

que ella, como naturahnente se podia esperar, por ser y

estar él de la manera y disposicion que he dicho y ella de

muy diferente, y que para que en ningun tiempo se en–

tendiesse que yo se lo habia embiado a decir y rogar, me

obligava en conciencia a guardar el secreto dello y el di–

cho frayle asimismo, el qual se lo dijo así y ella no quiso

acudir a ello, y lo publicó, y con todo esto yo lo disimulé

y passé por ello por muchos dias,

y

despues volviendo a

instar las dichas mis obligaciones y conciencia, se lo enl–

bié a decir y rogar de nuevo, por los mejores medios y

mas secretos que pude, y aunque ella ofreció otros que no

eran suficientes, yo me

cont~ntara

con alguno para yrlo

remediando, aunque no se hiciesse de una vez, pero ella

ninguno puso en efecto, ántes procuró, favorescida y guia–

da por el dicho ynquisidor, escusarse de todas y intentó un

remedio para que la yglesia la apartara de su marido, que

no holgara yo poco le pudiera conseguir, pero era cosa

cierta y savida, no ser possible por dificultades que babia,

y

así la ube de mandar yr a hacer ' rida con su marido, y

estando con él procuraron le diessen. -licencia para irse a

España, y el se la dió y yo hice lo mismo por justas cau–

sas que a ello me movieron, y de este neg<?cio, no obstan–

te que yo he procedido en él de la manera que he dicho,

el dicho ynquisidor se hizo sentido y agraviado de mí, con