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LA INQUISICION DE LIMA
efecto,
y
poniéndole la culpa, que no tenia, del apartamien–
to de la dicha su muger, conformados como mejor se pu–
diesse
y
hacerle qu'e la llevasse consigo a Guamanga, sa–
tisfecho que qualquier cosa se podria acabar con él sin
dificultad,
y
así le escreví que luego viniesse a esta ciudad,
y él me respondió que estaba viejo impedidoy pobre y de
manera que no lo podia hacer, por una ca:rta cuio traslado
embio a
vuest~a
n1agestad, ·y entendido que era verdad
todo lo que decia y pareciéndome que no quedava otro
rnedio para remediar este negocio, sino que su muger se
fuesse para él, le embié a decir y rogar que lo hiciesse, con
el presentado fray Antonio de la Peña, de la órden de
sancto Domingo, con quien yo me confessava, y que pu–
blicasse qu_e ella se movia a hacerlo de caridad y por el .
tiempo sancto en que estávamos, que
e~a
quaresma, para
curar y regalar a su marido y enterrarle muriendo ántes
que ella, como naturahnente se podia esperar, por ser y
estar él de la manera y disposicion que he dicho y ella de
muy diferente, y que para que en ningun tiempo se en–
tendiesse que yo se lo habia embiado a decir y rogar, me
obligava en conciencia a guardar el secreto dello y el di–
cho frayle asimismo, el qual se lo dijo así y ella no quiso
acudir a ello, y lo publicó, y con todo esto yo lo disimulé
y passé por ello por muchos dias,
y
despues volviendo a
instar las dichas mis obligaciones y conciencia, se lo enl–
bié a decir y rogar de nuevo, por los mejores medios y
mas secretos que pude, y aunque ella ofreció otros que no
eran suficientes, yo me
cont~ntara
con alguno para yrlo
remediando, aunque no se hiciesse de una vez, pero ella
ninguno puso en efecto, ántes procuró, favorescida y guia–
da por el dicho ynquisidor, escusarse de todas y intentó un
remedio para que la yglesia la apartara de su marido, que
no holgara yo poco le pudiera conseguir, pero era cosa
cierta y savida, no ser possible por dificultades que babia,
y
así la ube de mandar yr a hacer ' rida con su marido, y
estando con él procuraron le diessen. -licencia para irse a
España, y el se la dió y yo hice lo mismo por justas cau–
sas que a ello me movieron, y de este neg<?cio, no obstan–
te que yo he procedido en él de la manera que he dicho,
el dicho ynquisidor se hizo sentido y agraviado de mí, con