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dad de los reyes, procurando solicitar qualquiera qualidaa,.
y
estado de mugeres, ansi de las principales
y
nobles, co–
mo de las que no lo son, sin aver jamas respectado, a que
sean donzellas, ni casadas, ni mal exemplo que con esto a
dado y da, mas de seguir su desordenado appetito,
wmo
en todo el dicho reyno es público y notorio, pública voz,
y
fa1na.
IIYten se aprovechó el dicho ynquisidor, de una muger
donzella, hija de un fulano de Urbina, que residia en la
dicha ciudad, y en gran 1nenosprecio de su officio, y de la
1nucha gravedad de él, y de su
sacerdo~io,
y hávito cleri...
cal, hizo officio de tercero entre una hermana de la dicha
muger, llamada doña Blasa de Urbina, y un Rodrigo
Arias, amigo suyo, hombre bajo, y confesso, y traydor,
contra la rreal corona de su magestad, al qual tuvo escon–
dido mucho tiempo , en su casa, porque por las dichas ra–
zones quería hacer justicia de él don Francisco de Toledo,
virrey que fué de aquel dicho reyno, y teniéndole ansí
escondido, le entregó a la dicha doña Blasa, para que la
estrupase, y deshonrrase, y porque la dicha muger se
quexava, y para que callase esto,
y
otras muchas cosas que
sabe de el dicho ynquisidor, la casó con don Pedro Solier,
hijo de Garci Diez de Sanct Miguel, que fué un cavallero
muy principal, y de los mayores servidoreS""que su mages..
tad a tenido en aquel reyno, engañando como para ello
engañó al dicho don Pedro por havérsele muerto su padre
en esta occasion, y quedado niño de p9co mas de catorze
años, con lo qualle agravió y le afrentó a él y a sus deu–
dos, deshonrrándolos muy notablemente.
"Yten está el dicho ynquisidor de ordinario amanceba–
do publicamente, con grandísimo escándalo y nota,
y
lo
estuvo muchos años, con doña Cathalina Morejon, muger
casada con un Antonio de Chaves, vecino de la ciudad de
Guamanga, la qual tuvo con tanta publicidad, como pue–
de tener un casado a su muger, y se la llevava muchas
noches un allegado suyo llamado Anton Sanchez de Leon,
a su casa,
y
a las de el Sancto Officio quando el dicho
ynquisidor vivió en ellas, a las an9as de un macho vayo,
en que el dicho ynquisidor
acaba~a
de ruar, passándola
por
la pla9a,
y
por otros muchos lugares públicos, de suer-