CAPÍTULO X
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meses para .enterar su condena, cuando sobrevinieron con–
tra él nuevos denuncios, i con pretesto de irse a pre–
sentar a Lima, se salió de la ciudad i se fué huyendo has–
ta el Tucuman, donde preso nuevamente, se volvió a es–
capar a poco, encaminándose al Rio de la Plata i al
Brasil, en cuya-s costas fué apresado por unos corsarios
franceses
i
llevado a Diyppe. nEs el hombre mas perdido
en sus costumbres
y
mala manera de vivir que hay por
acá, añadían por su parte los Inquisidores, que ya tenían
noticia de los propósitos de su viaje; suplicamos a U. S.
sea servido de le
man~ar
buscar y enviar a esta Inquisi–
cion para que se conozca de sus delitos y se le dé el cas–
tigo que por ellos meresciere. n
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Apesar de tales recomendaciones, eran tales, con todo, los
cargos que contra los jueces que le reclamaban apuntaba
Zapata; que el Inquisidor se manifestó dispuesto a verlos,
i que al pié de la letra copiamos de su memorial.
uPrimeramente, a sido tan perjudicial en aquel Reyno,
que a yntentado deshonrrar las mas de las casas de la ciu-
23.
Oarta
de
1.
0
de junio de 1592. Zapata en su descargo espresaba
que el año de 1564, hallándose en Lima, su padre le había metido por
fuerza en el convento, dándole para ello tantos azotes que le dejó por
muerto,
i
que no habiéndose creido asi obligado en sus votos, se había
casado clandestinamente con una señora que se unió mas tarde a otro.
Añadía que estando en Quito de camino para España, a causa de sus
negocios
i
de los del obispado del Cuzco, cuyo procurador era, Ulloa le
· hizo detener, tanto porque tenia enemistad a toda su familia, como
porque pretendiendo aquel obispado, temia que sus informaciones Je
fuesen adversas; que pot· medio del comisario le quitó mas de seis mil
pesos que llevaba, haciéndole volver a Lima, donde, dándole la ciudad
por cárcel, le detuvo mas de un año; que despues le metió a las cárce–
les secretas mas de cuarenta días, de donde salió para que permanecie–
se recluso en su casa cerca de un año
i
medio; que la proposicion de
que se le acusaba era de fe, pero que ella le babia valido una multa de
setecientos cincuenta pesos, una abjuracion i doce meses de reclusion;
que la causa que habia sobrevenido·contra él i por la cual se le mandó
presentarse nuevamente en Lima fué por haber dicho que un comisa–
rio que le procuraba agraviar, no lo hiciera si no fuese tal; i que así,
temiendo nuevas venganzas, se había escapado, no sin que el padre
Angulo, comisario de Tucuman, le hubiese arrebatado ántes mil qui–
nientos pesos que lle·vaba para el viaje; i por fin, añadía, de que la me–
jor prueba de que en nada era culpable estaba en que léjos de haberse
quedado en Dieppe había hecho cuanto estuvo de su mano para lle–
gar de una vez a España. Véase su
Memorial
de 8 de febrero de 1594.