~II
LA INQUISICION DE LIMA
no recorrido, instituciones añejas
i
bastardas
i
m1senas
- sin cuento.
Réstan1e ahora decir dos palabras acerca de las
fuer~tes
que me han servido para componer este libro.
Miéntras existió la Inquisicion, el velo impenetrable
que rodeaba todos sus actos i que los encubría para los
conten1poráneos, como la .losa. de los sepúlcros el secreto
de los cadáveres que encierran, in1pidió en absoluto que
saliese a luz la menor noticia de lo que pasaba en sus es–
trados o en sus cárceles. Los procesos permanecían así
archivados e inaccesibles para todo el que no fuese mienl–
bro suyo. Los tribunales reconocían como principio cu–
ya
infraccion n1otivaba penas durísimas, el que nadie
hablase ele sus cosas, i salvo los autos de fe a que el
pueblo era invitado a asistir, i en que veia aparecer a los
reos destinados a la abjuracion o a la hoguera, nada queda–
ba. a la posteridad. Sin mandato o consentimiento de los
jueces, nadie se habría atrevido siquiera a escribir la rela–
cion de estas ceremonias, i no faltó caso en Lima, en que
aun con este permiso, se intentase procesar a un conside–
rado personaje que para ello había recibido especial auto-
,rizacion. Sin este gravísimo inconveniente, la imprenta
no existía en Lima en los primeros años del establecimien–
to del Tribunal, los mas fecundos
e
interesantes de su
vida,
i
despues de decretada su aboliciqn, los rastros que
dejó en la ciudad eh que tuvo su principal asiento, o eran