LA INQUISICION DE LIMA
Hentencia se encargaba a los jueces seglares que se hubie–
sen benignamente con el reo, si no le daban cumplimien–
to, quedaban escon1ulgados
i
eran tratados como herejes.
Las justicias.ordinarias, por lo demas, estaban obligadas,
en virtud de leyes reales a ejecutar las órdenes del Santo
Oficio
9
•
Una vez notificada al reo la sentencia, se encargaba a
algunos relijiosos que fuesen a visitarle a su prision para
persuadirle que ya que no podia escapar de la muerte,
tratase de ponerse bien con Dios. El que hasta el fin se
mant:nia pertinaz, era quemado vivo
10
;
pero el que daba
s.eñales de arrepentimiento, lo que frecuen'te1nente suce–
día ante la espectativa del tremendo suplicio, era ptimero
ahorcado i a continuacion quemado su cadáver. Cuando
el penitente babia fallecido, ya hemos dicho que se exhu–
maban sus huesos i se quemaban junto con su efijie.
El quemadero estaba en Lima en las vecindades de la
plaza de Acho, i los reos eran entregados a la justicia or–
dinaria a la puerta de la iglesia de los Desamparados, in–
mediatamente despues de pasar el puente que une los dos
barrios de la ciudad.
Las cerem.onias consiguientes al castigo de los delin–
cuentes se verificaban en auto público de fe, de ordinario
en la plaza mayor, donde para el intento se levantaban
tablados, costeados unas veces por el Tribunal, otras por
la ciudad.n A la fiesta se invitaba con anticipacion al Vi–
reí, Audiencia, Cabildos, Universidad, etc., i en jeneral al
pueblo por medto de pregones que se daban en los sitios
mas públicos, a veces con un mes de
anticipacion~
Las
autoridades
i
el vecindario iban a las casas del Tribunal
a sacar a los Inquisidores, que decían primero misa,
i
en–
tre numerosa escolta
i
grandísimo concurso de jente, salia
9.
Cédula
de Felipe II de
10
de agosto de
15
70,
i
de Felipe III de
22 de mayo de
161D,
ley
18,
t.
19,
lib.
.I
de las
Leyes de Indias.
10.
Las relaciones de causas
i
otros documentos apuntan varios
casos, que rejistraremos en el curso de estas pájina.s, en que los conde–
nados murieron de esta manera.
11.
Los autos
particulares
se verjficaban en la iglesia de Santo Do–
mingo,
i
en raras ocasiones, en otra parte. Los
autillos
tenian lugar en
la sala de Audiencia de la Inquisicion.
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