CAP. XVII-AGUSTINOS Y FRANCISCANOS
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tín hubiesen ido á establecerse en un sitio que
decían hallarse dentro de los límites en que estaba
prohibido edificar. Para impedirlo, nombraron juez
conservador ante quien citaron
á
los que llamaban
intrusos; pero éstos, por vía de fueJ'za, se presenta–
ron á la Real Audiencia de Lima y obtuvieron la
declaración de que el juez nombrado por los fran–
ciscanos la hacía, y que, así, no se les podía im–
pedir que poblasen en el lugar elegido por ellos.
Cuando esta noticia l1egó á Santiago,_ los. agusti–
nos repicaron las campanas y pusieron luminarias,
celebrando su triunfo en unión de la mayor parte
del pueblo, «de que los franciscanos, continúa Or–
dóñez, quedaron muy sentidos y ansí acordaron
hacer de hecho lo que no habían podido por jus–
ticia, y el caso pasó ansf.
n
«En 30 de Mayo de 95, á media noche, subieron
por las paredes de la huerta de Sant Agustín y
cerraron .el desaguadero de una acequia de agua
grande que pasa
1
por ella, y sacaron otro hasta la
casa, y se hinchó toda de agua, lo bajo,
y
comen–
zaron á caer algunas paredes, y despertaron los
frailes y salieron por lo alto y derribaron una pa–
red para que saliese el agua,
y
con esto se reme–
dió, que paresce que tuvieron intento de derri–
barles la casa,
y,
á
no despertar, salieran con su
intento y aún se ahog·aran todos.
«Después de lo cual, visto que por este camino
no se las habían podido derribar ni echar los frai–
les della, en 11 de Diciembre del dicho año, des–
pués de media noche, salieron de Sant Francisco
diezisiete ó dieziocho frailes y dos ó t:res indios,
todos en hábito de indios, con armas y escalas y