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INQUISICIÓN DE CHILE
plantas nuevas en la fé, abominan de él y llaman
de
herejes
á los agresores.»
Veamos qué era lo que había pasado.
En tiempo del Yirey don Francisco de Toledo,
llegó al Perú una real cédula disponiendo que las
órdenes religiosas hasta entonces establecidas,
enviasen á Chile y á las demás provincias que se
fuesen descubriendo y donde hubiese indios que
catequizar, algunos ele sus miembros que predica–
sen el Evangelio á los naturales y los instruyesen
en las cosas de la fé
y
doctrina cristiana. En cum–
plimiento de esta orden real, los franciscanos, do–
mínicos y mercenarios fundaron en Chile algunos
conventos. Los agustinos y jesuítas, ya por estar
escasos de operarios ó por otros «respectos,,, nada
hicieron por entonces para satisfacer los reales de–
seos. Sabedor el Monarca de estos hechos, envia–
ba al Perú en 159-1 otra cédula en que ordenaba
á su Virey que llamase á los provinciales de San
Agustín y de la Compañía, les diese «una muy bue–
na reprehensión'' por no haber cumplido la prime–
ra y les ordenase que sin excusa ni dilación des–
pachasen algunos religiosos al Paraguay, Chile y
Tucumán.
Tuvieron, pues, ambas Órdenes que apresurarse
á cumplir lo que tan apretadamente se les manda–
ba, habiendo los agustinos procedido á fundar en
Santiago en una casa que les dió un vecino prin–
cipal y en la cual se metieron, disponiéndola para
monasterio; hicieron su iglesia y pusieron en ella
«sacramento y campanas, con mucho aplauso y
aprobación del pueblo,» no así de los franciscanos
que se agraviaron de que sus colegas de San Agus-