CAP. XVI- ALGUNOS FRAILES SOLICITANTES
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causa á prueba, por su petición se dió licencia
para que pudiese decir misa en la sacristía de su
convento, y se le dieron en publicación diezinue–
ve testigos.))
En un escrito que presentó más tarde añadió
que por habérsele nombrado en el capitulo provin–
cial de su Orden, «por predicador mayor del con–
vento desta ciudad y por su coadjutor á un fray
Diego Pérez-el cual, dicen los Inquisidores, es
uno de los testigos que deponen contra él-en–
tendía que los frailes de su hábito lo habían lleva–
do á mal, y así le habían procurado descompo–
ner.))
Todo esto, sin embargo, no obstó para que Vas–
cones fuese condenado á abjurar
ele levi
las propo–
siciones de que había sido acusado, á que fuese
reprendido en presencia de algunos de los testigos
religiosos de su Orden, en suspensión del púlpito
durante un año, y en las penitencias espirituales
que le fuesen impuestas.4
Todos estos frailes, si bien un tanto lastimados,
habían escapado á la vergüenza de ser exhibidos
4 Fray Juan de Vascones fué natural de Aguilar de los Olivos,
arzobispado de Burgos, uhijodalgo notorio de padre y madre.» Conta–
ba en aquella fecha cuarenta y cuarenta y un años de edad. Fué uno1
de los primeros de su Orden que vino
á
Chile, y habiendo ascendido
después al provincialato, salió para España á fines de
1600
á gestio–
nar ante el Rey,
y
á
nombre ele todo el país, la esclavitud ele los in–
dios y otras materias.
Hallándose ele regreso en
1601,
el Rey le proporcionó ciertos auxi–
lios para su viaje y lo recomendó muy especi:l.!tnente al Gobernador
de Chile. Véase acerca de este padre, Olivares,
Histo?·ia de Chile,
cap. XXIV, libro IV, y Errázuriz,
Los origenes de Za Iglesia chile–
na,
pág. 443,
y
Seis años ele la histo?·ia ele Chile,
t.
1,
capítulos
XXXIII y XXXIV.
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