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38

LA

I~QUIS!GIÓ~

de Vue$tra Ilustrísima,

y

así, espero en Dios, pon-·

drá remedio en esto;

á

quien guarde Nuestro Señor·

muchos años en su divino amor.-De ?vlanila, á

30

de Junio de

1606.-Ft'ay

Diego, obispo de la Ntteoa

.Segovia .>>

r

No hay constancia expresa del concepto que mere–

ciese al Consejo la propuesta del Prelado, pero indu–

dablemente fué desestimada cuando ni siquiera dió ·

origen á tramitación alguna.

Sin embargo, uo era posible desconocer que las

dificultades que hacia notar el Obispo existían para

la pronta

y

acertada tramitación ele las causas ele·fe,

hallándose tan lejos el tribunal que debía resolv0das,

y

que se hicieron apremiar.ltes seis aflos más tarde.·

con motivo ele los muchos testificados ele solicita–

ción·en el confesionario que allí había, según lo

te- ·

nía participado al Consejo en carta de 8 ele Mayo ele

1612 el inquisidor don_Gutierre Bernardo de

Quiró~.

ponderando la dificultad ele llevar los reos

á

México- ,

y

ele seguirles sus causas en e·sas conclicio_nes.

Pero vale la pena ele conocer la carta del inquisidor:

«De las Islas Filipinas vinieron este aüo muchas .

testificaciones ele solicitantes, y la mayor parte sou

frailes, y por ser. tan lejos

haber alla necef;;iclad .

dellos, solos dos que parecieron los más

culpados~

mandamos traer, porque hallamos por inconveniente

grande traerlos á todos, á causa ele haber ido por–

orclen ·y ·á costa ele Su Majestad, y ser allá. . necesa-

. rios,

y

que no le tenía menor ver cuan mal podtan

r.

Ent~ndemos

que este obispo era Fr. Diego de Soria, de cuya

persona y hechos se trat¡¡. por extenso en las p<;igs. .

382

á

3g3

de la

Crónica

del P. Santa Cruz.