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LA INQUISICIÓN
bunal que residía á enorme distancia; pero, · como.
apesar de todo, los Inquisidores de México no que–
rían aceptar que se segregasen ele su conocimiento
aquellas causas, en el aüo de 1606
y
tomando pié ele
lo ocurrido con un protestante noruego, el Obispo
ele Nueva Segovia, sufragáneo del ele Manila, que
comprendía era perder tiempo quejarse á México,
tomó el temperamento ele ocurrir al Consejo Gene-–
ral ele la Inquisición proponiendo un arbitrio que,.
á la Yez que remediase aquellos inconvenientes,.
no demandase gasto alguno al Fisco inquisitorial:
tal fué el ele que se crease en Manila un tribunal
especial, presidido por el Arzobispo
y
formado pot·
miembros ele las órdenes religiosas . Creemos que
vale la pena ele conocer en extenso el memorial del
obispo á que aludimos, que dice así :
«JHS.-Dios ha plWsto á V. S. Iltma. en esesupre:–
mo lugar de la fe para que, corno atalaya, especule y
vea todo lo que pide remedio en los muchos
y
gran–
des reinos de Su Majestad,
y
en estas Islas Filipi--:
nas, que están tan apartadas, hay cosas
gt:avísima~
que le piden, porque como aquí acuden ele muchas
partes y naciones al cebo llel trato, hay cada dia co–
sas que pertenecen al santo tribunal ele la fe,
y
re–
mitirl as á Uóxico tiene notabilísimos inconveniente:;,
por estar tan distante
y
t<:U1
lejos el remedio
y
tar–
dar tanto las respuestas, que acontece acusar alguno
de hereje,
y
dar cuenta aL Santo Oficio de 'Méxic;o,
y
cuando viene el mamlato, haberse muerto
ó
huido,
y
otras cosas á este modo, y particularmente aconte–
ció este aüo en nuestro obispado· en la ciudad de la
Nueva Segovia un caso notable, que un hercjede la